A mi trece o catorce años cogí una película del videoclub de mi barrio, que ahora creo que es una pescadería (¡cómo cambian los tiempos!), y aquello cambió mi vida. Quizás pueda parecer que exagero, pero en absoluto. Estamos hablando de El Día de la Bestia
Aquel título tan impactante, El Día de la Bestia, aquella imagen del demonio generando la sombra de una cruz y aquellos fotogramas llenos de violencia en la contraportada, hubieran fascinando a cualquiera.
En la carátula rezaba: “una comedia de acción satánica”. Era el ´95 y España era un lugar muy diferente al actual. Era apenas un crío y no podía comprarme el VHS, así que me las apañé para que un amigo (gracias Aarón) me lo grabara en su estreno en Canal +.
El Día de la Bestia había pasado por festivales del nivel de Venecia, Toronto y Sitges, antes de estrenarse en octubre. Aquello fue un éxito abrumador. Lo más alucinante para mi es que aquel despliegue de acción y satanismo fuera español.
La película marcó a una generación de directores y público, nos abrió los ojos a un nuevo mundo, pero sobre todo, a unas nuevas posibilidades de hacer cine en España. Quizás en aquellos primeros momentos no éramos conscientes, que esa película era la palanca de cambio para una industria que había abandonado el género.
Un filme con un presupuesto de 300 millones de pesetas (1,8 millones de euros) y ganadora de 6 Goyas, entre ellos el de Mejor Director y Mejor Actor Revelación.
“No sé si éramos conscientes en ese momento de su impacto posterior”
Josemi Beltrán
Josemi Beltrán, director de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, recuerda cómo fue el impacto de ver por primera vez aquella película. “La impresión, aparte de divertirme muchísimo, fue que estábamos ante la confirmación de un cineasta atrevido tras Acción Mutante y sus cortos, que rompía prejuicios respecto al género en aquel momento en España, con mucho rock and roll y energía”, comenta. “No sé si éramos conscientes en ese momento de su impacto posterior”, admite.
El Día de la Bestia era el segundo largo tras la descacharrante, Acción Mutante (1993) curiosamente producida por El Deseo, la productora de Pedro Almodóvar, algo alejado de lo que nos tenía acostumbrado el manchego. Álex ya había sorprendido con el cortometraje, Mirindas Asesinas (1991), que bebía del expresionismo alemán y que evidenciaba que allí había un director con ganas de hacer algo diferente.
“Por culpa del exceso de expectación recuerdo que me defraudó algo, aunque con los años y nuevos visionados cada vez me guste más”
Pablo Sánchez
La gente que había disfrutado con su primera película, estaba expectante por comprobar cómo sería su segundo trabajo. Pablo Sánchez, locutor del programa de radio A la Marxeta, recuerda qué esperaba del bilbaíno. “Pues a pesar de ser un gran fan de Álex desde sus cortometrajes anteriores a la magnífica Acción Mutante, y por culpa del exceso de expectación recuerdo que me defraudó algo, aunque con los años y nuevos visionados cada vez me guste más”, comenta.
Con todo, el locutor recuerda perfectamente dónde vio el filme. “Recuerdo que fue en el fenecido cine Gran Vía, en la céntrica Marqués del Turia, aunque no fuera éste uno de mis cines habituales, y con mi gran compañero cinéfilo y Sitgero, Richi. El año anterior 1994 fue mi primer Festival de Sitges, y ese 1995 sería ya de los pocos que no acudí a la cita a la que a partir de entonces he acudido 22 veces más”.
Las expectativas estaban muy elevadas por las buenas nuevas que llegaban desde Sitges. “Allí había sido todo un fenómeno y se nos iba cayendo la baba cada vez que haciendo la cola nos acercábamos a taquilla, quizás por todo ello se nos quedó algo corta en terror, gore, frikismo, suspense, y hasta heavy metal”.
Aunque lo más lógico hubiera sido que Almodóvar, padrino de De la Iglesia y Jorge Guerricaechevarria, repitiera como productor, sin embargo, no quiso meterse en una historia que tratara de la lucha contra Satán. Álex de la Iglesia era toda una promesa, y tenía bajo el brazo una historia contundente pero carecía de productor. Fue ahí, después de buscar mucho, cuando apreció la figura de Andrés Vicente Gómez.
La acción pasó de Sestao a Madrid, Álex Angulo se convirtió en el retraído Padre Berriartúa, en uno de los papeles de su vida; su Sancho Panza en forma de heavy de Carabanchel, lo interpretaría Santiago Segura después de que Javier Bardem y Gabino Diego se negaran al papel. Y el italiano, Armando de Razza haría del excéntrico y descreído Profesor Cavan. El trío estaba listo para enfrentarse al mal.
Álex Angulo y Álex de la Iglesia ya se conocían de Mirindas, a Santiago Segura lo conoció en València, como recordaba en Versión Española. “Santiago y yo no conocemos en Valencia, en un festival, Cinemajove (1991), y el impacto fue, yo iba con Mirindas Asesinas y de pronto veo a un individuo con pantalón corto y una gorra, y una maleta que pone director, entonces ya me enamoré, y fui allí inmediatamente”, comentaba el director.
“La sensación al verla fue esperanza, el cine de género español había muerto hacia un par de décadas y apenas coleó en los 80´s, pero este fue un nuevo principio”
Domingo Ortega
Muchos directores, amateur y profesionales, tomaron como ejemplo lo que Álex acababa de hacer en el estancado cine español. “La sensación al verla fue esperanza, el cine de género español había muerto hacia un par de décadas y apenas coleó en los 80´s pero este fue un nuevo principio” recuerda el cortometrajista Domingo Ortega. “Era esperanza al futuro, nos habíamos criado viendo los clásicos modernos, de Hopper, Craven, Argento, Gordon, Romero etc.. y esto fue un puñetazo encima de la mesa, un ¡aquí también se puede hacer cine!”.
La experiencia fue brutal para muchos, algo que, como ya he dicho, le cambió la vida a mucha gente. “Salí del cine muy marcado por lo que había visto” rememora Ortega, “esa película era otra cosa, pensaba que era un soplo de aire fresco a lo que se hacía aquí, esas cintas que devoraba en el videoclub de cine yanqui, ahora se había hecho aquí, y eso me emocionó”
“Me atrapó hasta el punto que me compre un libro sobre satanismo y misas negras, (eso si nunca conseguí invocar a nadie, y aquí sigo sin haber obtenido mis pretensiones), en ese momento la película me pareció maravillosa, pero ni de lejos sabía lo que aquellas dos horas supondrían a nuestro cine”, remata el cortometrajista.
Pocas veces se había visto un Madrid tan sórdido y tan tenebroso, el director logró conjurar un filme navideño con la violencia de ultraderecha y el nacimiento del Demonio. Algunas escenas han quedado como parte del imaginario colectivo y algunos lugares como emblemas del cine patrio. La escena de Schweppes ha pasado a la historia y es difícil no pasar por la Gran Vía y no mirar el letrero y pensar en la película.
Fue una escena complicadísima, primero, por el frío en la ciudad y segundo por el vértigo de Armando de Razza. Álex recuerda en Versión Española, un momento especialmente difícil del rodaje de aquella icónica toma. “Cuando estábamos rodando la escena de Schweppes (en el edificio Carrión, en la Plaza Callao) apareció un policía municipal que nos dijo, aquí no se rueda”, recordaba.
“Y yo, pues es complicado porque tenemos que rodar aquí una secuencia esta noche. Tenemos solo un día. Y dice, aquí no se rueda y me vais a dar el papel donde pone…, y efectivamente, teníamos un papel, el permiso, todo, solamente nos faltaba una carta de sus Majestades. Y dice voy a comprobarlo, y se va. Lo coge y se va”
“Y nos quedamos horas parados, y luego apareció y dijo, efectivamente estaba todo correcto. Y habíamos perdido cuatro horas todos; gente colgada de los cables…”, comenta en el programa.
La escena resultaba complicada también por el presupuesto de la réplica del luminoso, pero en eso tuvieron suerte, recordaba en el documental, Herederos de la Bestia (Diego López y David Pizarro, 2016). “Esa es una de las únicas cosas que nos salió bien, Schweppes pagó la reproducción, que era imposible, vamos, era un presupuesto gigantesco para la película. Y entonces hicimos una reproducción de un 10% más pequeño que el original”.
Si el luminoso de Schweppes ahora es un símbolo de la ciudad, y del cine español; las Torres KIO (o Puertas de Europa) se transformaron en el pesebre donde nacería el demonio. Víctor Palacios, director del Festival Maniatics de Manises (València), recuerda aquella escena.
“Cuando el protagonista se gira y vemos las torres KIO gigantescas, silenciosas y amenazantes no puedes evitar que te recorra un escalofrío por todo el cuerpo”
Víctor Palacios
“Hay un momento, en el que la trama está dando tantas vueltas sobre sí misma sin conseguir resultados que empiezas a pensar que los autores han perdido el norte con la historia, la convención de Nostradamus, la paliza en la discoteca heavy...”, señala Palacios.
“Pero luego se vuelven a encontrar con Cavan y comienza a divagar con la “Señal del diablo”, no se entiende demasiado hasta que finalmente se bajan del coche y les explica la forma que debe tener el templo del diablo”, remata.
Y ahí todos contuvimos el aliento, prosigue Palacios, “terminando con el ya mítico “bueno, pues lo tiene delante” cuando el protagonista se gira y vemos las torres KIO gigantescas, silenciosas y amenazantes no puedes evitar que te recorra un escalofrío por todo el cuerpo. Y es entonces cuando te das cuenta que estás ante una obra cumbre del cine fantástico español, que esa imagen se iba a quedar clavada en la retina de muchas generaciones”, recuerda.
El Día de la Bestia lo tenía todo para sorprender e hipnotizar al público. Su escena inicial era toda una declaración de intenciones; sus créditos un advertencia de lo que estaba por llegar. “Ya que en 1995 después de las expectativas no alcanzadas (para mi yo de 14 años) por “Acción mutante” no esperaba absolutamente nada de esta película, de hecho fui a verla semanas después de su estreno debido al ruido que estaba generando, más por curiosidad que por verdadero interés en ella”, admite Palacios.
“Al ver a ese cura bajito entrar en la iglesia, y su conversación que no parecía tener sentido con otro sacerdote mayor que él no auguraba nada bueno… sin embargo cuando la cruz cae con todo su peso sobre el sacerdote anciano, todo cambia, te sorprende, te coge completamente desprevenido, te noquea”
“A esta secuencia le sigue unos créditos con Alex Angulo llevando a cabo sus fechorías por Madrid, y de pronto sentí que estaba viendo algo nuevo, algo totalmente original en un panorama (no solo el español) que empezaba a ser tremendamente aburrido con cientos de secuelas o películas de “Fórmula” para generar taquillazos instantáneos”, señala.
Hoy en día quizás habrían que no se podrían rodar, pero que Álex se atrevió allá por el ´95, como el tiroteo a los Reyes Magos. “Fue muy difícil de rodar el ataque de Santiago a los Reyes Magos, porque teníamos concretamente seis horas para rodarlo y tenía solo una hora para 500 personas, teníamos 500 personas de figuración pero solo una hora”, recordaba Álex en Días de Cine.
“A partir de una hora se iban todos y nos quedábamos con 50, por un problema de ajuste de presupuesto, y entonces rodamos, eran como 38 planos, y los rodamos todos por un orden riguroso de figuración. Entonces hicimos los cuatro generales al comienzo rápidamente, y después ya empezamos a hacer los cortos, como si… montada prácticamente no se nota”, comentaba el director.
El filme también contaba con una banda sonora llena de canciones potentes y grupos de renombre. Repetían con Def con Dos, la banda madrileña que ya habían compuesto la canción de Acción Mutante y que ahora tocaban la canción principal de El Día de la Bestia, pero no eran los únicos. Extremoduro, Ministry, Pantera, Eskorbuto o Parálisis Permanente fueron parte de aquel plástico.
Álex siguió haciendo películas increíbles como Perdita Durango (1997), La Comunidad (2000) o Muertos De Risa (1999), siempre con un sello muy personal que lo ha diferenciado del resto de cineastas. “Creo que el cine posterior de Álex es totalmente coherente con el de sus inicios”, comenta Josemi Beltrán.
“Y que ha ido madurando y manteniendo a la vez su espíritu salvaje. Quizás una película que sume de tal manera impacto comercial y crítico es complicado, pero por ejemplo “La comunidad” me parece otro de sus títulos más equilibrados y perfectos”.
“La recién estrenada serie “30 monedas” demuestra que sigue dando guerra con una combinación muy suya de comedia española, elementos fantásticos y garra narrativa. Igualmente “El bar” me pareció un descenso a los infiernos cotidianos disfrutable, y a la vez con mucha retranca”, dice Beltrán.
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