Javier Caro

Javier Pérez Campos, el incansable periodista de Cuarto Milenio acaba de publicar su último libro, Los Intrusos (Ed. Planeta). Un libro donde el periodista aborda diferentes casos del fenómeno de casa encantada. En él podemos ver desde el conocido caso de las Caras de Bélmez hasta otros menos famosos, pero igual de intrigante.

Hablamos con Javier Pérez Campos para descubrir cómo han sido esas investigaciones y cómo es el trabajo de un periodista del misterio. Nos encerramos con él en una casa donde suceden fenómenos inexplicables para que nos hable de Los Intrusos.

He leído en alguna entrevista que comenzaste a escribir el libro en el confinamiento, y es verdad que pensándolo bien, como tú también comentas en el libro, la gente que vive con una “presencia” es probablemente cuando peor lo han pasado. ¿Cómo surge la idea en ese momento de escribir el libro?

Durante el confinamiento muchos empezamos a mirar nuestro hogar con otros ojos. Eso me hizo recordar a las muchas familias que se habían sentido prisioneras de un hogar donde no se sentían a salvo, debido a fenómenos aparentemente inexplicables. Así que aproveché el confinamiento para hablar con muchas de esas familias, para saber cómo estaban, cómo les había ido desde mi visita…

Y me puse a recuperar algunas fotografías y datos de mis viajes por estos edificios. Eso me llevó a escribir este libro, que es un libro de viajes, de aventuras, de misterio y, a veces, de miedo.

Javier Pérez Campos, autor del libro, Los Intrusos. Fotografía cortesía de Alejandro Sánchez
Javier Pérez Campos, autor del libro, Los Intrusos. Fotografía de Alejandro Sánchez

El libro está basado en algunas de tus investigaciones, ¿qué investigación te ha parecido más complicada de realizar?

Quizá la más complicada fue la del refugio militar de Cerler, por lo complejo de la burocracia. Pero, por fortuna, cada vez hay menos dificultades para conseguir este tipo de permisos, y eso me llena de esperanza.

Las personas a las que les sucede estos fenómenos, puede ver al investigador como casi un salvador. ¿Qué sensación se te queda cuando termina la investigación y abandonas la casa?

A veces de impotencia, porque evidentemente algunos testigos buscan respuestas en ti, pero yo no puedo darlas. Soy honesto y claro. Nadie aquí puede tener certezas. Pero a veces sí conseguimos aliviar a las familias por el mero hecho de escucharles y tratarles con respeto. También las visitas de Aldo Linares o Paloma Navarrete alivian a la gente, y eso me tranquiliza.

“El propio Antonio Casado, que firmó la noticia “Se acabó el misterio” en el Diario Pueblo reconoció que fue una manera de dar carpetazo a un tema que se estaba yendo de las manos”

Javier Pérez Campos, autor de Los Intrusos

Uno de los casos que más me ha sorprendido es el de Bélmez, y más aún saber que se intentó silenciar. ¿Por qué crees que se intentó silenciar un caso tan importante?

El propio Antonio Casado, que firmó la noticia “Se acabó el misterio” en el Diario Pueblo reconoció que fue una manera de dar carpetazo a un tema que se estaba yendo de las manos. El gobierno franquista presionó a los medios para cerrar cuanto antes el misterio. Y se inventaron la famosa fórmula.

Pero aquello quedó como una verdad universal, y muchos siguen creyendo desde entonces que las caras fueron un fraude. Nosotros decidimos picar el suelo y llevar varios fragmentos a analizar a uno de los mejores laboratorios de análisis del cemento de Europa. La sorpresa al recibir el resultado fue mayúscula.

He escuchado que una de las cosas que más te gusta es que el testigo no conozca nada de lo que sucede en el edificio o casa. ¿Cómo es el proceso de buscar la información y cuál es la sensación de encontrar algo?

Investigar en una casa encantada tiene tanta complejidad como quieras. Puedes quedarte en la superficie, entrevistando a los testigos y visitando el lugar, o puedes ahondar en la historia del pueblo, las leyendas, en el pasado del domicilio, etc. Me interesan los casos complejos, los que después de mi visita siguen creciendo por toda la información que consigo recopilar.

Por ejemplo, en un palacio en Jerez de la Frontera encontré una foto antigua de una niña, de principios del siglo XX. Decían que era la pequeña que se aparecía por las dependencias. Al abrir el marco descubrí un mechón de pelo. Mi sorpresa fue mayúscula al descubrir que, especialmente en la época victoriana, era habitual almacenar mechones de pelo de los difuntos como amuleto, para sentirlos cerca. Se hacía joyería capilar y existía un oficio que era el de los tejedores de cabello.

¿Existen diferencias entre los intrusos según el espacio donde se encuentren, por ejemplo un parador, una casa, un castillo…?

Cuando aparecen en casas particulares, el testigo suele percibirlos como peligrosos, porque se entrometen en el espacio vital. Si sucede en un castillo o en un lugar donde alguien está de visita, son percibidos de otra manera, como algo anecdótico incluso. Pero es la percepción del testigo la que varía, y no el Intruso.

“Existen lugares que algunos sociólogos bautizaron como “casas infectadas” y en las que, por motivos desconocidos, se producen un mayor número de crímenes y sucesos trágicos a lo largo de los años”

Javier Pérez Campos, autor de Los Intrusos

¿Crees que existen lugares malditos; es decir, espacios donde por lo que sea suceden más cosas extrañas?

Existen lugares que algunos sociólogos bautizaron como “casas infectadas” y en las que, por motivos desconocidos, se producen un mayor número de crímenes y sucesos trágicos a lo largo de los años. La policía los conoce bien, pero en España no se divulga información a este respecto para evitar la devaluación de algunos inmuebles. En algunos estados de Estados Unidos, sin embargo, es obligatorio informar a los posibles vendedores de si se ha cometido un crimen en una casa.

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¿Cómo se queda el testigo o la persona que sufre este tipo de fenómenos al verbalizarlo? ¿hay mucha gente que teme contarlo?

Aún hay cierto estigma, pero cada vez hay más normalidad, por fortuna. Pero para el testigo, encontrar a alguien que le escuche sin juzgarlo es ya un alivio.

He leído que cuando eras pequeño llegó a tus manos un libro de Iker Jiménez, paradojas del destino, ¿cómo recuerdas tus primeros años en el periodismo del misterio, y sobre todo, cómo fueron tus inicios en La Nave del Misterio?

Yo empecé en la sección de hemeroteca, y me sirvió para curtirme de verdad. Pasaba horas cada día en distintas hemerotecas, como la de la Biblioteca Nacional, buscando historias que pudieran ser interesantes para el programa en periódicos antiguos. Cogía al azar un periódico, como por ejemplo La gaceta del norte, 3 de enero de 1970. Y empezaba a revisar cada página. Fue una labor increíble. Me dejé los ojos, pero saqué auténticas joyas.

¿Crees que en España está algo denostado el género periodístico del misterio?

Creo que cada vez menos. En el fondo se puede investigar y divulgar con rigor. Y se puede aprender, además. El misterio está en todas las disciplinas, y acudimos a los mejores expertos para saber. Para llegar al fondo del conocimiento. Eso es lo bonito.

No sé si estarás ya trabajando en un nuevo libro o proyecto, ¿tienes algo ya en mente?

Por ahora no. Estoy inmerso en muchas aventuras, pero no me planteo nada aún.

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