
AKIRA 2019, año de Neo Tokio. Como casi todos los niños de principios de los 90, mi relación con la animación se basaba principalmente en las películas Disney y alguna serie infantiloide de la televisión. Por ello aquella tarde, después de acercarme al videoclub y coger Akira (1989), que se había estrenado el 16 de julio de 1988, mi visión de la animación cambió por completo. No sé lo que pensaría mi madre al verla conmigo, pero recuerdo a Tetsuo gritando mientras se le caen las tripas a suelo. Aquello me dejó impactado. ¿Qué demonios era eso?
La acción se desarrolla en una mega ciudad llamada Neo-Tokio en 2019. Hemos llegado a esa fecha y, por suerte nada de lo que se anunciaba en el filme ha sucedido. Katsuhiro Otomo, el autor del cómic y del anime, comenzó con dibujando Akira en una revista juvenil. El cómic de Akira estuvo activo desde 1982 hasta 1990, su filme se produjo y estrenó antes del final de éste, lo que produjo algunos cambios en el final de la historia. Dos mil páginas en seis tomos hicieron falta para completar la extraordinaria historia de Otomo, aunque es cierto que tal vez con cuatro partes hubiera bastado, ya que el manga se dispersa en sus dos últimas entregas.

La primera vez que Akira llegó a las estanterías españolas fue en los noventa bajo el sello de Ediciones B con unas viñetas apocalíticas en blanco y negro, aunque con una traducción mejorable. Tanto fue el éxito de Akira que pronto se plantearon realizar una adaptación cinematográfica, aunque Otomo, como relata en una entrevista en el making of, nunca tuvo esa intención. “Yo nunca tuve la intención de hacer de Akira una película de dibujos animados, en su origen fue creada como un cómic para una revista juvenil”, comentaba el mangaka.
Akira iba a convertirse en lo más grande que se había creado nunca, una empresa tan enorme como la fuerza de Tetsuo. El presupuesto alcanzó una cifra desorbitada para un filme de animación, mil millones de yenes, ocho millones de euros. Fue la segunda película más cara de la historia de Japón, solo superada por Ran (Akira Kurosawa, 1985). En su país funcionó muy bien, con cerca de setecientos millones de yenes de recaudación, aunque en occidente no tuvo la misma suerte.
Por ejemplo, Disney se negó a distribuirla. Fue tanta la dimensión del proyecto del filme que se precisó crear una nueva empresa para producirla. El Comité Akira estaba compuesto por Kodansha, Hakuhodo, Toho, Laserdisc y la todopoderosa Bandai, la que finalmente le daría el empujón internacional al proyecto.

Akira lo creó prácticamente todo, el resto de producciones que la precedieron cogieron muchas de sus referencias y las hicieron propias. La animación para adultos con gran carga de violencia, trascendencia, filosofía y mensaje antibelicista era algo completamente nuevo. En Akira está el miedo a la catástrofe nuclear, con Hiroshima y Nagasaki como recuerdo, o a un futuro distópico. Neo-Tokio es una nueva ciudad, donde el Gobierno lo controla todo. Los poderes buscan a niños con poderes psíquicos, con una fuerza sobrehumana, para experimentar con esa fuerza incontrolada y total.
Otomo retrata a dos adolescentes, Tetsuo y Kaneda, sin familias ni futuro, que sobreviven en una pandilla de moteros, The Capsules, que malviven enfrentándose a bandas como Los Payasos. En un ambiente de opresión, donde el instituto no ofrece nada y la fuerza es la única ley. Aunque el filme trata la historia de Kaneda y Tetsuo, hay grandes secundarios que tienen bastante relevancia.
El autor no quería centrar toda la trama en unos pocos personajes. “Yo nunca pensé que haría una historia centrada en un personaje principal, al contrario, me interesaba mostrar distintos aspectos de la vida y, distintas personalidades, y todo ello en una ciudad imaginada: Neo-Tokio, en una época futura no demasiado lejana”, comentaba. Por tanto la historia no es tan sencilla como otras de su época, no está claro quiénes son los buenos o los villanos, quiénes héroes y quiénes malvados.
Cada uno podía tener sus motivos, era difícil empatizar con algún personaje desde el principio porque su rol iba cambiando.“Yo diría que no hay un héroe en Akira, a lo largo de lo que se va relatando van apareciendo varios personajes importantes para la historia: Kay, Tetsuo, El Coronel y cualquiera de ellos podría ser el héroe de la película”, explicaba Otomo.

No solamente el guión fue un punto de inflexión en la narrativa de animación y el público objetivo, también lo fue el apartado gráfico. Con algunas de las animaciones más espectaculares jamás alcanzada en una producción de estas características, Akira deslumbró. La ciudad se convirtió en un elemento más, siendo algo más orgánico que un simple escenario. “Con respecto a Neo-tokio – comentaba Otomo-, fue especialmente difícil expresar la profundidad de una ciudad tan grande, tuve que emplear una técnica parecida a la del cómic y, repetir muchas veces todos los dibujos para ir adquiriendo cada vez mayor profundidad adentrándome en la ciudad”.
En Neo-Tokio podemos ver trazos de Blade Runner (Ridley Scott, 1982) o Star Wars (George Lucas, 1977), del Moebius más hipnótico o incluso de Easy Rider (Dennis Hopper, 1969). El filme está compuesto por 160.000 dibujos con una paleta de 327 colores, algunos creados adhoc para la película.
Todo en pantalla se mueve, no hay nada que permanezca estático. “En la animación no basta solamente con que las cosas se muevan, así que cuando empecé a hacer la adaptación de Akira para la película de animación pensé: deja que los personajes se muevan, que hagan las cosas por sí mismos y, fue siguiendo esa dirección como empecé a desarrollar la técnica necesaria para la película”, comentaba en el documental Otomo.
“Cuando empecé a hacer la adaptación de Akira para la película de animación pensé: deja que los personajes se muevan, que hagan las cosas por sí mismos”
Katsuhiro Otomo
Por supuesto entre el manga y el anime existen diferencias notables, comenzando por los códigos en los que se mueven los dos medios, el audiovisual y las viñetas. El transplante puede ser muy complicado si no se reinterpretan algunas cuestiones narrativas.“Una película tiene muchos más aspectos que hay que respetar, que en un cómic pasan inadvertidos”, apostillaba Otomo en la entrevista.
“El cómic es solo un dibujo, pero sin embargo en animación hay que tener en cuenta el color, el sonido y el movimiento. Y al mismo tiempo hay que ir creando la ambientación que yo deseaba para toda la historia de Neo-Tokio”, remataba.
La mayor obsesión del autor era poder realizar un filme que mostrara algo más, que enseñara la complejidad del manga. “Yo quería que Akira resultara una buena película, vista desde muy diferentes niveles y, tengo la sensación que lo hemos logrado”, admitía.

La banda sonora también inquietaba, despertaba ese lado humano y visceral gracias a la percusión rítmica que sonaba en algunos compases del filme. En este apartado también Akira fue extremadamente singular; ya que no se le encargó a un músico concreto la música sino que fue un colectivo llamado Geinoh Yamashirogumi, fundado a mediados de los setenta por Tsutomu Ohashi y formado por cientos de personas de todos los ámbitos. El resultado realzaba la parte más orgánica del filme en momentos de completo desconcierto. A todo ello hay que sumar un listado de doblajes inaudito. También para los estudios de doblaje aquello significaba un reto, algo nunca visto que requería otra forma de trabajar.
Hay que recordar que en el filme original las voces fueron pregrabadas; primero se grabaron las voces de los personajes y más tarde se crearon las animaciones para que estuvieran perfectamente sincronizadas. La película tuvo tres doblajes: 1992, 2002 y 2004. La primera versión, la que vi yo mismo, fue la que se estrenó en cines, es un versión traducida del inglés, y parecía no ser todo lo fiel que fueron las posteriores. En la segunda hubieron algunos errores de sincronía que en la tercera se solucionaron.
Fue tanto el éxito de Akira que no podemos solo resumirlo o encapsularlo en una taquilla o venta de cintas, el éxito del filme fue traspasar fronteras, que la animación japonesa para adultos extendiera por el resto del mundo empapando de nuevas formas de trabajar a miles de personas. La versión de imagen real siempre ha sido un sueño para Hollywood.
Taika Waititi, director de Thor: Rangarok (2017), está en conversaciones para ser el encargado de llevar a la acción real la adaptación. Aunque lo que de verdad nos hace mucha ilusión es que Katsuhiro Otomo haya decidido escribir una especie de serie que continúe con la película.
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