Ya estamos en navidad y en éste precioso periodo hay un subgénero cinematográfico que nos encanta, el cine navideño. Para ello hemos seleccionado a cuatro personas amantes del cine para que nos recomienden un filme. Espero que leer estas recomendaciones os haga esbozar una sonrisa y os entren ganas de ver las películas. Como curiosidad, Charles Dickens está muy presente en el artículo.

Andrea Manfredini es escritor, entre sus obras podemos ver el cómic junto al dibujante, José Serrano, Rise of Ronin y recientemente la novela, Los Mil Ojos de la Noche

Una Navidad con Mickey (Burny Mattinson, 1983)

Me piden que mencione una película y qué le voy a hacer si me gusta la animación. 1983, uno de esos mirlos blancos de Disney en los que la productora reclutaba a gran parte de su elenco para llevar a cabo una suerte de obra de teatro coral, que debido a la familiaridad de sus actores retrotrae a la niñez desde el minuto uno. Uno de esos films en los que Mickey no era Mickey, era un actor que hacía su papel al más puro estilo A House of Mouse. A esta cabecita mía le gusta imaginárselos audicionando para los roles sobre un escenario desnudo con el guion en la mano.

Dirigida por Burny Mattinson, quien ya había trabajado animando títulos como La bella y la Bestia, Merlín el Encantador, El Libro de la Selva, Aladdín o Tarón y el caldero mágico o, entre muchas otras, nos dibuja un Londres sucio, frío y pordiosero, propio de la época. En el que el carbón de las chimeneas lo tiñe todo de un tono lúgubre y apagado, un ambiente desalentador que pugna en contraste con los interiores iluminados por candiles, en los que se celebra la tregua que da la dura vida de aquel entonces.

Cubiertos todos de una atmósfera cálida y dorada, una hermandad acogedora, a veces tan densa como la miel. Recomiendo a los lectores ver la película con calma parando el reproductor, si es necesario, para gozar del detalle de los escenarios, no se arrepentirán.

Adaptación del cuento A Christmas Carol del escritor Charles Dickens. Obra inmortal que ha llegado a nuestros días y espero por nuestro bien nos sobreviva a todos. La película no esconde un tono adulto, por momentos oscuro, que en ocasiones coquetea con el drama y el terror. Algo que en parte se agradece al re-visionarla como adulto, pues no pretende revestirlo todo de esa aura inocente, a veces naif del cine infantil. No quiero olvidar la cicatriz que las navidades dejan en todos los niños tarde o temprano. Esa sorpresa amarga que nos encuentra al desvelarse la verdad una vez crecidos y al cual nos revolvemos con melancolía con el paso de los años. Pero es así, la magia dura lo que uno crea en ella.

Un film que se redescubre con el tiempo y que nos presenta dos escenarios en disputa, por un lado, un Londres helado donde reina la soledad de Ebenezer Scrooge en contraposición de la humilde calidez del hogar de Bob Cratchit quien no tiene mucho, pero tiene familia y gente que lo quiere. El nieto de Lluís Prades, destacado pintor vanguardista de Castellón, solía decirme entre quintos de cerveza: Mi abuelo, al acabar la comida de navidad, se tomaba el café pensando en la comida del año siguiente, esperando poder llegar y reunirse otra vez con todos nosotros.

 

Javier Caro es redactor jefe de esta web y miembro de la Academia del Audiovisual Valenciano

Gremlins (Joe Dante, 1984)

 A veces la suma de talentos nos aporta nada a un filme; sin embargo, otras, es crucial que personas talentosas y en un estado de gracia inusual se unan para dar forma a una obra creativa. Algo así sucedió con Gremlins: Joe Dante, Chris Columbus, la compañía Amblin (Spielberg), Chris WallasJerry Goldsmith. Ahí es nada. Algo casi impensable hoy en día.

Recuerdo con mucho cariño ver la película en la televisión como un clásico navideño con villancicos, nieve y ese espíritu de bondad que sobrevuela a la primera parte de la historia, hasta que Gizmo incumple, por culpa de Billy, su joven dueño, sus tres reglas de oro y entonces desata el caos. Gremlins podía haber sido más aterradora todavía, pues en la primera idea de la trama había una mayor carga de violencia.

Fue Spielberg, que enamorado de Gizmo, nuestro Mogwai favorito, y sabiendo que el filme tenía que ser para toda la familiar, fue recortando algunos trozos del guion a Columbus, que a pesar de todo no escatimó en algunas escenas truculentas, como el Gremlin triturado.

Chris Wallas creó unos bichos endiablados que generaban ternura, en el caso de Gizmo, y cierto repelús con los verdosos seres en los que se transformaban. El humor está muy presente en las acciones de estos seres viscosos, emulando los comportamientos más reprobables, y reconocibles, del ser humano; desde estar en un bar bebiendo hasta desfallecer o jugar una timba con disparos a bocajarro incluidos. Los animatrónicos eran realmente complicados, se rompían muchos y además eran caros. Un auténtico engorro para los técnicos. Su factura es espectacular, sobre todo los gestos faciales de Gizmo, integrados de una forma que para ellos quisieran películas actuales.

Columbus insertó en el filme una escena de ¡Qué Bello es Vivir! (1949), algo que volvería a hacer en sus taquilleras Solo en Casa y su segunda parte. Puede que viendo la cinta, además de la nostalgia por otra época y otro modo de hacer cine, te venga la imagen de Regreso al Futuro, y es que la plaza de Kingston Falls, el pueblo donde ocurre la trama, era la misma que Hill Valley, que en realidad eran uno de los estudios Universal llamados, Courthouse Square fundados en 1949.

Revisitando el filme, sigo quedándome con los inventos del patriarca, Rand Peltzer, esa suerte de tecnología inútil que tenía la familia en casa y que siempre fracasaba en su intento de mejorar sus vidas. Esa rompedora de huevo que se atascaba o ese cepillo de dientes que se autoadministraba pasta dental. En 1990, y debido al ingente éxito del filme, se estrenó la segunda entrega, Gremlins 2: La Nueva Generación, y desde entonces no se ha parado de especular sobre una hipotética tercera parte.

 

Isaac Vicente Sánchez el colaborador del este medio y además éste año también ha sido jurado en el Festival Navidades Sangrientas

Los Fantasmas Atacan al Jefe (Scroged) de Richard Donner (1998)

Recomendar una Cinta Navideña para estas fechas, de esas con evidentes valores familiares, y que lógicamente transcurra en Navidad. Pues allá vamos.

Puede que hoy en día en que la película se ha transformado en una de esas cintas que se emiten con regularidad por estas fechas en algún canal televisivo y, por lo tanto, todo el mundo la conoce y sabe de que va, cueste de creer, pero en su día, 1988, la presencia de Bill Murray como protagonista, la publicidad (engañosa), y ese título en castellano, que nada tenía que ver con el original, llevaba a pensar que se trataba de un spin-off de Los Cazafantasmas de Ivan Reitman, protagonizada por el actor, pero sin el resto de los protagonistas, aunque en realidad estábamos ante una versión modernizada del popular Cuento de Navidad de Dickens.

En aquel momento, creo que a la mayoría de nosotros nos sorprendió, esa publicidad que nos dejaba algo desconcertados sobre lo que nos esperaba, ese arranque con la casa de Santa Claus atacada por terroristas (o algo así), siendo rescatados in extremis por el mismísimo «hombre de los seis millones de dólares» (Lee Majors), para luego seguir con lo que realmente era la cinta, la nueva adaptación de la famosa historia de Dickens.

En esta ocasión Murray interpreta a un «cruel» ejecutivo de televisión, que prepara una nueva adaptación de ¿adivináis qué historia?, y que necesita que esta sea un éxito durante las fiestas. Para ello no duda en obligar a sus empleados a grapar una falsas astas en unos pequeños ratoncitos; en despedir a uno de sus empleados (Bobcat Goldthwait, el Zed de las secuelas de Loca Academia de Policía), porque le ha llevado la contraria; u obligar a trabajar a una de sus asistentes (Alfre Woodard), a pesar de sus problemas familiares, que incluyen a un niño traumado y que hace tiempo de no habla.

Tras la presentación de personajes nos encontramos con la historia de los fantasmas que visitan al personaje, la mayoría de ellos interpretador por populares actores. Así tenemos a John Forsythe como el fantasma del antiguo socio que le anuncia la llegada del fantasma de las navidades pasadas (el siempre histriónico David Johansen), la de las presentes (una alocada Carol Kane) o el fantasmagórico fantasma de las futuras… la historia ya la conocemos.

Pero, aunque ya conocemos lo que pasara, Donner dirige con soltura; los actores, a los que abría que añadir a Karen Allen, John Glover, Robert Mitchum, y John Murray (hermano de Bill tanto en la película como en la realidad, y al que conocimos como protagonista de Loca Academia de Conductores (Moving Violantions) de Neal Israel,  entre otros, están todos bastante bien, los más histriónicos incluidos; y la cinta funciona perfectamente tanto como comedia pura y dura y  como «película navideña con mensaje»..

Sobre esto último señalar el discurso final del personaje de Murray, uno de mis discursos finales favoritos, y que a pesar de su ternurismo navideño, no resulta para nada empalagoso.

Así que, totalmente recomendada para ver en familia durante estas fechas tan señalada (Hohoho).

Jorge Adsuara es el director de la Revista Museo Fantástico y también dirigió el Festival Fantasti´CS en Castellón.

El Grinch (Ron Howard, 2000)

El Grinch (Jim Carrey) es un ser amargado y cascarrabias, que desea acabar con la Navidad de una vez por todas. Desde lo alto del monte Crumpit, observa con resentimiento a los Quién, que están muy ocupados con sus preparativos navideños. A regañadientes se le une su desventurado perro, Max. Sin embargo, el gruñón amargado encuentra un problema en sus planes cuando se encuentra con la entrañable niña Cindy Lou Who (Taylor Momsen).

El Grinch, un duende verde, es un personaje que hace referencia al consumismo predominante y la preocupación solo por sí mismo, alejado completamente del mundo donde viven las personas, al final su corazón vuelve a latir dejando de lado su odio, convirtiéndose en el icono de la Navidad.

Esta es realmente una de esas películas de fantasía que se hacen una vez en la vida. Una cinta exitosa basada en el libro ¡Cómo el Grinch robó la Navidad! del Dr. Seuss que ya tuvo en 1966 un cortometraje animado y después hemos tenido un par de películas basadas en el mismo libro y, en su mayor parte, han sido impredecibles, pero en nada se han acercado tanto como esta película a capturar la magia de esta historia.

Jim Carrey ofrece otra actuación estelar, porque su habilidad interpretativa combinada con la pura elasticidad de sus músculos faciales le permitió retratar una amplia gama de emociones a lo largo de la película, desde las frías y desalmadas hasta las amables y gentiles, y lo hace de una manera creíble. Mucho mejor que en La máscara (Chuck Russell, 1994). Carrey es hilarante como El Grinch y aún así, después de todos estos años, sus chistes todavía logran hacer sonreír.

El elenco secundario es fantástico, incluido Anthony Hopkins, narrador en la versión original, pero Jim Carrey realmente lleva esta película, y hace que sus innumerables horas de maquillaje verde (creado por el gran Rick Baker, que ganó un premio Oscar por ello) valga la pena para el producto final.

La producción es magnífica y no se escatimó ningún dólar para su presupuesto. El filme posee un diseño de vestuario muy bueno y un espectacular diseño de producción para crear el pueblo de Villaquien, con el mayor decorado jamás construido en los estudios Universal y actualmente es uno de los que se pueden ver en el tour de Universal Studios Hollywood.

El director Ron Howard (Willow, Apolo 13, El código Da Vinci) muy reputado en la industria gracias a su premio Oscar por Una mente maravillosa, permitió a los actores que se hiciera una buena cantidad de trabajo de improvisación. Todos tuvieron un respiro para encontrar a los personajes por sí mismos, lo que crea una sensación muy orgánica y natural. Sus interacciones son completamente creíbles entre ellos.

Finalmente, la maravillosa banda sonora de James Horner y su canción Where Are You Christmas cantada por Faith Hill, que se escucha en los títulos de crédito finales, iluminan un clásico navideño atemporal que ha hecho que cada época navideña sea mucho más significativa desde el año en que se estrenó.