Fotografía: Eduado LLorente, CEO Ineditofilms.com

Isaac Vicente

El pasado martes, 12 de septiembre, acudí a los Cines Kinépolis, en representación de la web La Batidora Cultural, al último de los preestrenos del Festival Antonio Ferrandis de Paterna. En este caso se trataba de la nueva película de Mar Targarona, El Cuco, una más que agradable sorpresa, principalmente tras visionar, hace apenas unas semanas, la aceptable, pero irregular, Dos (2021), anterior cinta de su realizadora.

Tras la proyección, la propia realizadora y una de las actrices principales de la cinta, Belén Cuesta, asistieron a una interesante rueda de prensa. Pero vamos por partes: Nos encontramos con una de esas cintas a las que es mejor acudir sabiendo poco, o incluso mejor nada, de ella, para que los giros o, mejor dicho, las intuiciones que va teniendo el espectador a medida que se presentan determinadas situaciones o escenas, se confirmen, o te sorprendan.

Yo, por ejemplo. Tenía dos pensamientos sobre el desarrollo de la historia basados en la escena en que los matrimonios se conocen la primera; y determinadas escenas de un documental televisivo, a las que luego se sumarian las de la visita a la fábrica de relojes de… ¿adivináis de qué?, la segunda; una de las cuales se confirmó y otra no. No quiero cometer spoilers, para no traicionar las sorpresas, así que me he revisado el tráiler, cosa que no suelo hacer por su costumbre a revelar giros y sorpresas, y sinopsis oficial, para no contar más de lo que en ellas se narra.

Básicamente la cinta va sobre una pareja, Belén Cuesta y Jorge Suquet, que decide organizar unas vacaciones intercambiando casas con un maduro matrimonio alemán, Hilldegard Schoedter y Rainer Reiners, en principio adorable, pero que resultan no serlo tanto. A partir del momento del intercambio, la cinta se dividirá en tres capítulos, basados en las «Reglas de Oro» para esos intercambios, pronunciados por el aleman: «Respetar las pertenencias de los otros», «Dejarte acoger por el nuevo hogar» y «Dejar la casa tal y como la encontraron».

El principal atractivo de la cinta es que su realizadora no deja ni un cabo sin atar, de manera más o menos explicita, todo lo que ocurre está muy bien relacionado. Si vemos a la protagonista trabajando de enfermera, resolviendo un «problemilla» con cierto aparato de cocina, o teniendo una conversación aparentemente intrascendente con el vecino, estos detalles resultarán tener importancia en cierto momento posterior, lo que provocará que esas soluciones, que en muchas cintas resultan un tanto improvisadas, aquí resulten lógicas, cuando lo piensas. Ya sabéis, el personaje ha sabido manejarse o resolver esa difícil situación no de manera sorpresiva y simplemente porque sí, sino porque ya te habían dado una pista de ello.

 

Dos películas de terror para Halloween 2022

 

Yo solo le veo dos pegas, muy pequeñas, a la cinta. La primera tiene que ver con el personaje del vecino (David Selvas), al que veo poco desarrollado, y más teniendo en cuenta el conflicto que provoca, yo personalmente, la habría dado algo más de vida a este personaje, tanto para explicar algo mejor «lo de antes del intercambio», como «lo de después» («tus inquilinos hacen cosas muy extrañas»), eliminando algunas que solo subrayan lo poco colaborativo en el hogar, y la vida en general, que es el marido.

Y la segunda, que de todos los elementos que se pueden usar como arma en una cocina se elija el que se acaba usando; claro que la cosa tiene gracia tanto por poder utilizar una de esas escenas anteriores antes mencionadas, y por el chiste que hace referencia a uno de los diálogos anteriores.

Muy pocos defectos para una cinta que funciona como un mecanismo de relojería, especialmente a partir del intercambio, que cuenta con estupendas interpretaciones, especialmente en la parte femenina, y un doble giro final, en el que las actrices lo bordan, y que a un servidor sorprendía bastante, porque este tipo de cintas habrían acabado tras… Lo dejo aquí, pero cuando la veáis me entenderéis.

preestrenos kinepolis
Mar Targarona y Belén Cuesta, directora y actriz de El Cuco en la rueda de prensa (Fotografía cortesía de Eduardo Llorente, CEO de Ineditofilms)

Además, una cinta de género que arranca con una cita de Howard Phillips Lovecraft, ya me tiene muy ganado: “Ni la muerte, ni la fatalidad, ni la ansiedad, pueden producir la insoportable desesperación que resulta de perder la propia identidad.” En la rueda de prensa posterior, Mar Targarona no solo reconoció los variados homenajes, pero se mostró especialmente orgullosa hacia los de Hitchcock, como el más evidente a la famosa escena de la ducha de Psicosis (1960), o esas reminiscencias a Sospecha (1941), con el personaje del marido de la protagonista, o las tijeras de Crimen Perfecto (1954); personaje y director clave como influencia personal, del que reconoció le gustaba todo, desde su manejo del suspense hasta el humor y sus historias de amor.

Tampoco pude dejar pasar su especial agradecimiento a los técnicos, especialmente a los de efectos especiales y fotografía, pero sin olvidar al resto; ni a los actores que trabajaron con ella en la cinta. Por su lado, Belén Cuesta, reconoció que el terror suele darle mucho miedo («si veo una cinta de terror tiene que ser a las 3 de la tarde, y con las luces encendidas»).

Nos contó que ella prepara sus papeles sin darle una especial atención al género al que pertenece la cinta, y también nos contó una divertida anécdota en relación a la prótesis que llevaba para fingir el embarazo, prótesis que cubría la parte delantera de su cuerpo en su totalidad, y que para ella era como llevar un bañador por lo que en ocasiones olvidaba cubrirse con el albornoz, y cuando alguien le replicaba, «tapate que se te ve todo», ella respondía, «Si nada de la que ves es mío».