Javier Lizán
Es por todos sabido que el mundo del rock duro y heavy metal, en todas sus épocas, ha estado compuesto por una extensísima base de bandas que no alcanzan el éxito y unas cuantas que trascienden esa línea. Y siempre ha habido seguidores del género con avidez por encontrar, dentro de ese gran ejército de desconocidos, sonidos que traspasen nuestra piel y nos aceleren el pulso; en otros años, ayudados por radios, revistas y otros medios, pero actualmente algo desamparados en un panorama que se me antoja tan atomizado y disperso como un gran arenal.
En este contexto, trataremos de aportar o, mejor dicho, apartar, cinco de nuestros granitos de arena favoritos:
No puedo evitar que sean The Brew el primer caso que nos ocupa. Relativamente desconocidos, formados en 2005 por dos amigos y el padre de uno de ellos… ¡tiene que ser toda una experiencia ir de gira con tu padre! En la humilde opinión de un servidor, editaron discos correctos de blues rock psicodélico hasta que en 2014… ¡pam! un discazo redondo, de principio a fin, llamado Control, mucho más directo y crudo, grabado como antaño, tocando a la vez todos los miembros de la banda.
Para escucharlo en bucle, lo que me recuerda una curiosidad: los títulos de los cortes son cada una de las funciones de un reproductor de música. Posteriormente editaron dos álbumes en la misma disfrutable línea, y actualmente tratan de reactivarse tras el parón pandémico. Un punto a favor es que vienen a menudo por nuestro país, por lo que es fácil vibrar con su directo, ver los gestos cómplices de Kurtis padre hacia el público, ser atronado por el sólo de batería de Kurtis hijo haciendo el bestia o viajar con la guitarra de Jason Barwick, fiel discípulo de Hendrix. Quedarse con un tema del citado álbum es como elegir entre hijos, pero no hay otra opción, así que nos decantamos por Shuflle:
Debido a su poco original nombre, es difícil dar con material de Casablanca por la red, y en caso de hacerlo, puedes encontrarlo mezclado con músicas de otras bandas del mismo nombre, como hace de forma cutre Spotify o Youtube. Los ya desaparecidos suecos estaban formados por miembros de reconocidas bandas del panorama de su país, siendo quizá el más reconocible Erik Almström de Bullet. Comenzaron su andadura interpretando un tema en “La Voz” sueca con la ganadora del año anterior, y sacaron tres geniales discos de hard rock melódico, ¡a cuál mejor! Para muestra un botón llamado RE: old Money de su último elepé:
Qué manía tenemos de clasificarlo todo, especialmente en lo que se refiere al estilo que nos ocupa, ¡y yo el primero! Nuestro siguiente grupo pareciera que lleva una etiqueta con un “que os jodan”, dada la dificultad de encasillarlos en cualquier categoría. Oriundos de Islandia, Agent Fresco cabalgan estilos a su antojo y sin complejos, desde melodías pop hasta “marcianadas” tipo math rock.
Eso sí, con una actividad algo escasa, ya que desde 2016 no hay muchas noticias suyas. Precisamente su último cedé es el que nos dejó musicalmente tan descolocados como emocionados, empujándonos a sucesivas escuchas como quien relee un párrafo buscando sacarle todo su jugo. Le daba título esta joyita bautizada Destrier:
No nos olvidamos de nuestra piel de toro, con una banda que viene muy al caso: Olvido. Colgaron los hábitos hace años, pero les cundió el tiempo como para engendrar tres formidables discos entre 2010 y 2016, aunando rock y metal góticos, misticismo e introspección para crear pasajes tan oscuros como atractivos y accesibles. Nos marcó su disco intermedio, Luto, una historia de traición y dolor llena de emotividad. Se atrevieron incluso con una bordada versión de Loquillo, pero vale la pena acercar la oreja a un tema propio titulado Reniega del destino:
Sube al DeLorean. Nos vamos a 1970. Si decíamos que todas la épocas están rebosantes de formaciones que no conocieron el éxito, en aquellos -maravillosos- años tenían el añadido de poner su granito de arena (damos por amortizada la expresión) en los sonidos que fueron conformando lo que a la postre se llamó heavy metal. El amigo de Lucifer, Lucifer’s Friend, se sacó de la manga un primer disco homónimo considerado de culto por los que escarbamos en los orígenes de nuestro preciado “ruido”.
Posteriormente siguieron haciendo lo que les daba la gana, sin apenas repetir estilo musical en sus siguientes discos, pero esa es otra historia. De aquel primer disco se recuerda especialmente un corte que décadas después versionaron los grandes Avantasia, una canción vertebrada por ritmos machacones y tonos agudos (lo que viene siendo una canción muy heavy) que llevaba por título Ride the Sky: