David Jiménez, el exdirector de El Mundo y escritor, acaba de publicar su última novela El Corresponsal (Editorial Planeta), tras su éxito El director: secretos e intrigas de la prensa narrados por el exdirector de El Mundo (Libros del K.O, 2019). La novela está basada en sus experiencias como corresponsal durante 20 años en Asia, enviando sus artículos a El Mundo. Hablamos con él sobre el libro y sobre la situación del periodismo de investigación y la labor de los corresponsales en la actualidad.
En 2007 cubriste la Revolución del Azafrán en Birmania, ahora en tu libro, El Corresponsal (Planeta) transcurre en dicho país. ¿Cómo fue la elección del país donde se iba a desarrollar la novela? ¿Qué recuerdos tienes de aquella masacre y Revolución?
Aquello me marcó. Vi como a un pueblo que solo buscaba libertad fue masacrado en las calles. También fui testigo del asesinato de mi colega japonés, Kenji Nagai. Ya dice uno de los protagonistas de la novela que Birmania es el país “más bello y triste jamás inventado”. Esa mezcla de bello exotismo y oscuridad totalitaria lo convierte en un escenario perfecto para situar la aventura de los protagonistas.
Comentas en la trama de El Corresponsal, la enorme dificultad de regresar del mundo de la corresponsalía al mundo “civil” a partir de los cuarenta y algo, ¿Por qué crees que a esa edad los medios creen que ya un corresponsal no es tan útil?
Entre los corresponsales hay muchos juguetes rotos. No pueden regresar a la vida cotidiana, porque no se adaptan. Y pierden valor en el frente, porque les viene el miedo o porque ya no se ven regresando con barro al hotel. Entonces, como le ocurre a Daniel Vinton, uno de los protagonistas de “El corresponsal” se quedan en el limbo y vagan por países olvidados tratando de seguir en la partida.
“Me entristece que las aventuras, el periodismo romántico y audaz de “El corresponsal” vaya a quedar reducido a novelas como la mía.
¿Quién se va a jugar la vida por 40 euros la crónica?”
David Jiménez autor de El Corresponsal
Con la precariedad en la que vivimos en el mundo de la comunicación, ¿Cómo ves el futuro de los corresponsales que cobran por piezas o fotoperiodistas que cobran por foto una ridiculez? ¿hacia dónde crees que va esa profesión en la era digital y de cámaras en los móviles?
Me entristece que las aventuras, el periodismo romántico y audaz de “El corresponsal” vaya a quedar reducido a novelas como la mía. ¿Quién se va a jugar la vida por 40 euros la crónica? Y, además, está la falta de respeto y la indiferencia hacia lo que ocurre en esos lugares. El resultado es que solo unos pocos privilegiados pueden ya vivir del reporterismo. Hemos matado la vocación de la parte más bella del oficio.
Centrándome en El Corresponsable, fuiste corresponsal durante 20 años de El Mundo en Asia, supongo que entonces no habrá sido tan complicada la fase de documentación para el libro ¿Cómo ha sido el proceso de creación de personajes tan potentes y lugares tan enigmáticos?
Quería llevarme al lector en un viaje y hacerle sentir como un corresponsal, tenerlo a mi lado en la aventura. Eso requería sumergirlo en la vida más íntima y personal de los reporteros, algo que solo puedes hacer si la has vivido. Los personajes, escenarios y situaciones nacen de mi experiencia como reportero. Es difícil encontrar personajes que den más juego para una novela que mujeres y hombres dispuestos a jugarse el pellejo en un país olvidado. En sus luces y sombras, frustraciones y éxitos, amores y traiciones, está lo mejor y peor de la condición humana.
El Corresponsal está dedicado a Ricardo Ortega, que falleció en Haití haciendo su trabajo. ¿Cree que la gente o los propios medios de comunicación ponen en valor el arriesgado y complicado trabajo de los reporteros de guerra? ¿es un tipo de periodismo que tiende a desaparecer?
Ricardo fue una inspiración, por su compromiso y valor. Y, sin embargo, no fue valorado como se merecía. Las cosas solo han empeorado desde que lo mataron. Es absurdo que en nuestro periodismo tenga más estatus un tertuliano que un reportero. Hemos matado el sueño de los futuros reporteros y me temo que para ellos las aventuras que relato en “El corresponsal” quedaran solo ahí, en las novelas. La precariedad, la falta de respeto a su trabajo y la desatención no invitan a lanzarse a ese mundo como antes.
En su dilatada carrera ¿Cuál considera que ha sido la noticia más importante que ha podido transmitir? ¿Qué sensación le ha quedado tras aportar una información relevante y que no tuviera demasiado impacto a esta parte del mundo?
Esa frustración existía a veces. Tu estabas en un conflicto o una revolución y, cuando llamabas a la redacción, te decían que no había espacio. Esa relación tensa con el redactor jefe a miles de kilómetros de distancia se refleja en Benjamín Lobos, el jefe bebedor y mediocre con el que tiene que lidiar el narrador de la novela. Me gustaría decir que es ficción, pero tiene algo de algunos de los jefes con los que tuve que lidiar.
Sería difícil escoger una historia tras 20 años de coberturas, pero a veces lo que a ti te importaba y sentías relevante no lo era en tu país. Aceptarlo iba con el sueldo.
Viajando un poco al pasado, ¿Cómo se le ocurrió pasar de trabajar en una redacción al uso a convertirse en un corresponsal? ¿Cómo fue ese salto, ese click en su cabeza?
En la redacción me aburría. Me enviaban a ruedas de prensa insulsas y pasaba muchas horas editando textos de otros. Un día entre en el despacho del director, entonces Pedro J. Ramírez, y le dije que había un único lugar donde no tenía corresponsal (Asia) y que me presentaba voluntario. Me dijo que podía probar seis meses. Estuve dos décadas y volví para ocupar su puesto como director. Ni él ni yo lo imaginábamos entonces.
¿Cómo recuerda sus primeras crónicas escritas? ¿sentía mucha responsabilidad sobre sus hombros?
Prefiero no leerlas. Estoy seguro de que estaban llenas de estereotipos. Es curioso, cuando más joven e inexperto, más creía saber sobre lo que escribía. Cuando más experiencia tuve, más consciente fui de lo poco que sabía. Fui más espectacular e intrépido en mi primera etapa, pero mejor periodista en la segunda.
“En “El corresponsal” hay buenas anécdotas de las trampas y rivalidades entre reporteros. Todas están inspiradas en la verdad”
David Jiménez autor de El Corresponsal
En situaciones muy delicadas y peligros, como puede ser una revuelta o un conflicto bélico, siempre aflora lo peor y mejor de ser humano ¿Alguna vez se ha sentido traicionado por otro compañero por un exclusiva o primicia en alguna situación delicada?
En “El corresponsal” hay buenas anécdotas de las trampas y rivalidades entre reporteros. Todas están inspiradas en la verdad. Es una de las contradicciones de ese mundo. Por un lado, hombres y mujeres con valor para jugarse la vida por contar historias. Por el otro, a veces, granujas y tramposos que matarían por dar una primicia. Por eso son tan buenos personajes para una novela, porque todo en ellos, desde la amistad al amor, es llevado al límite en esos lugares.
La historia de El Corresponsal es vibrante y te hace emocionarte de verdad en muchas partes del texto, ¿Ha sido muy complicado pasar del texto periodístico a la prosa de un libro? ¿Ha sido un reto para usted?
Sí que fue un desafío. Quería atrapar al lector en el primer párrafo y no soltarlo hasta el final. Me alegra cuando los lectores que lo han leído dicen que le he quitado horas de sueño, porque no podían dejar el libro. Es mucho más fácil conseguir eso en dos páginas de un artículo que en más de 300 de una novela. Me gustan que en mis libros pasen cosas, más que detenerme 30 páginas a describir la puesta del sol. Al final uno escribe los libros que le gustaría leer.
¿Qué cree que tiene el reporterismo de guerra que engancha tanto que alguien puede llegar a jugarse la vida por ello?
Solo alguien con el idealismo suficiente para pensar que lo que hace servirá para mejorar las cosas puede arriesgarlo todo por contar una historia. El día que el idealismo se agota, es mejor dedicarse a otra cosa. Incluso con su lado oscuro, que lo tienen, los reporteros de guerra son rebeldes y románticos sin remedio.
¿Cuál será su próximo proyecto, una novela o continuará con algún ensayo?
Es pronto para saberlo, “El corresponsal” acaba de echar a andar. Novela o ensayo, ambos sirven para contar la verdad.
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