
Algunas zonas de Navarra te atrapan de una manera hipnótica, sugerente, casi prehistórica. Viendo Legado en los huesos (Fernando González Molina, 2019) regresaba a Irati, a Pamplona, a los lugares que había visitado en verano y que tanto me habían impactado. Dolores Redondo, autora de La Trilogía del Baztán, ha conseguido que miles de personas descubran tan precioso lugar. Ella, a través de la mirada de la detective Amaia Salazar, nos ha hecho recorrer el valle, pero también otros lugares con sabor a intriga. En esta entrega, además, tendremos a Imanol Arias como hacía tiempo que no lo veíamos.
Fernando González Molina, sorprendió a propios y extraños con una comedia, Fuga de cerebros (2009), que resultó la película más taquillera del años con casi siete millones de recaudación. Era su ópera prima, pero no iba a ser su único éxito: Tres metros sobre el cielo (2010), Tengo ganas de ti (2012) y Palmeras en la nieve (2015) han sido auténticos taquillazos, y en alguna ocasión, incluso han trascendido convirtiéndose en un fenómeno social.
González Molina, director de las tres partes cinematográficas de La Trilogía, llegaba a València con el firme propósito de contarnos todos los entresijos de una producción que ha costado cinco millones de euros, y que se postula como una firme candidata a ser la película más taquillera del año a nivel nacional. No hay que olvidar que 600 mil espectadores pasaron por el cine para ver la primera parte.
Legado en los huesos es un thriller, pero aunque su esencia es esa misma, ese es solo el vehículo para hablar de la familia. “El legado de los huesos, la trilogía del Baztán, tiene un diferencial claro; para mi El guardián invisible, sí era un thriller más comparable con El reino o Adiós, pero Legado tiene casi más de una saga familiar, y película de investigación y misterio que de thriller policíaco”, apunta González, sentado a mi lado en una butaca con la portada de la película en la pantalla. El alma del filme es policíaco, “es verdad, empieza como un thriller complejo, con dos líneas, que de repente están ahí tratando de seguir; pero enseguida gira para convertirse en una película sobre investigación familiar, sobre un drama familiar, y luego gira para ser casi la historia de una madre protegiendo a su hijo”, sentencia el director.

La trilogía del Baztán, es una rara avis en nuestra escasa cinematografía. “El hecho de estar diseñada como tres películas que forman parte de una trilogía, ya la singulariza muchísimo, al final no hay casos como éste: historia centrada en un personaje que en tres años estrena tres películas”, comenta. No se le puede escapar a nadie que la historia cuenta con un respaldo, el del éxito de las novelas, que asegura, o al menos genera expectativas, de un número elevado de espectadores. “El hecho de partir de trilogía literaria, que ha sido como un fenómeno tan bestial, también me daba la seguridad, no tanto de que los lectores fueran a acudir a la película, algunos los harán y otros no, como de que había una historia potente que iba a funcionar”, comparte el González.
“El valle del Baztán ha sufrido un reverdecer turístico, sobre todo por las novelas de Dolores”
Fernando González Molina
Como comenta muy bien el director, el fenómenos de la trilogía, no solo se ha traducido en unas ventas millonarias, sino también en poder conocer un lugar tan mágico como el Baztán, y por extensión, Navarra. “El valle del Baztán ha sufrido un reverdecer turístico, sobre todo por las novelas de Dolores”, indica el director. Fernado González es navarro, para ser más precisos, de Pamplona. Llevar al cine la obra literaria que más ha expuesto su tierra al resto del mundo, ha de ser un reto con bastante presión. “Me enfrento con bastante orgullo y emoción, al final a todo el mundo le pesa mucho su tierra”, reconoce con una sonrisa.
“Entonces, rodar en Elizondo, rodar en Pamplona, rodar en Urbasa, rodar en el valle del Baztán es emocionante. En esta peli y en la tercera peli, Ofrenda a la tormenta (estreno en 2020), hay muchísimo rodaje en Pamplona. He rodado al lado de la casa de mis padres, cerca de la casa de mis amigos, lugares que transitaba de adolescente, entonces es emocionante. Al final tiene un lado negativo, te diré, cada vez que paseas, estuve ayer o antes de ayer, cada vez que pasas por sitios, ya nunca serán igual; la plaza nosequé o la calle nosecuántos, sino, aquí vive Jonan, aquí se cae no sé qué. Son los escenarios de una película, dejan de ser tu tierra para convertirse en los escenarios de tu película”, explica el director.

Fernando ha concatenado éxito tras éxito, desde Fuga de cerebros hasta Palmeras en la nieve, pasando por Tres metros sobre el cielo, aunque algunas de sus películas habían sido best sellers como los de Federico Moccia y Luz Gabás. Convertirse en el director de las adaptaciones literarias, es una etiqueta de la que quería huir, pero se encontró con Dolores Redondo. “No quería hacer un libro porque al final te encasillas, y eres, entre comillas, menos autor porque partes de relatos que no son propios, que son ajenos”, comenta. “De hecho, las grandes historias de Spielberg son novelas, pero bueno, me apetecía cambiar”.
Aunque a veces el destino nos juega una buena pasada. “Pero justo encontré la novela es un viaje en avión cuando estábamos volviendo de Colombia de rodar Palmeras en la nieve; yo soy navarro y me apetecía leer una novela con una protagonista femenina que fuera policía foral en Navarra. Lo leí, me atrapó, porque es mucho más que un thriller, y entonces me compré el segundo, el tercero, entonces entré en contacto con los productores de la película, a los que conocía porque había trabajado con ellos y les pedí que me consideraran para hacer la película”, recuerda el director navarro.
¿Cuáles son los referentes de la película?
Si por algo sorprende la película, aparte de por el extraordinario aparatado gráfico y de efectos especiales que tiene, es por la aparición de Imanol Arias en un papel distinto del que solemos ver. “En el caso de Imanol, fue en el primero en el que pensamos y no hizo falta casting, porque me parecía que era muy divertido como director darle la posibilidad de que jugara a ser el malo de la función. Y entonces me pareció que reinterpretar eso, y jugar a lo opuesto a lo que suele hacer me pareció interesante”, señala González.
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