No nos engañemos, si existe un género de música que ha sido el más proclive a los rumores, habladurías e historias disparadas y surrealistas; ese es sin duda el heavy metal. Y si además se cuentan con muy buen sentido del humor, pasión y sin caer en dogmatismo, mucho mejor.

Eloy Pérez se atreve a contar historias en su libro, Historias del Heavy Metal (Ed. Redbook) de un modo divertido, cercano, casi como si fuera tu amigo quien te las cuenta; pero desde la libertad de contarlas, no solo para reírnos, sino para sorprendernos de una época irrepetible

historia del heavy
Eloy Pérez, escritor del libro: Historia del Heavy Metal

¿Cómo surge la idea de hacer un libro sobre historias del heavy metal?, tú mismo comentas en la divertida introducción, que ya hay mucho libro de similar temática.

El libro surge por iniciativa de la editorial, para quien ya había trabajado en otros títulos. Como bien dices, ya existe no poca literatura sobre el heavy metal tanto en castellano como en otros idiomas, especialmente en inglés. Hacer una historia al uso sobre el género no me hubiera tentado ni, en realidad, la hubiera aceptado.

La idea no obstante, no era esa sino hacer un libro sobre esas otras historias que circulan en los burladeros del metal -en ocasiones como rumores, otras como leyendas urbanas-, anécdotas y situaciones por las que pasan bandas y artistas y en las que primara lo extravagante y lo humorístico, lo insólito o casi lo increíble.

Un anecdotario, por así decirlo, estructurado alrededor de bandas icónicas y escenas fundamentales dentro del estilo a lo largo de los años.

“Esos años del hair metal fueron la última época en la que el heavy metal -y por extensión, el rock- se mostró tan hedonista y autoindulgente”

Eloy Pérez

¿Es la época del Glam la más patética y a la vez desenfrenada de la historia del heavy metal?, ¿ha habido alguna banda que no has podido meter es ese capítulo por espacio que te crees capital?

Patética no sé si es la palabra adecuada, prefiero tildarla de decadente. Desenfrenada, sin duda. Como comento en el libro, de pasada, esos años del hair metal fueron la última época en la que el heavy metal -y por extensión, el rock- se mostró tan hedonista y autoindulgente, tan excesivo en cuanto a drogas, sexo e imagen.

Y sí, aunque menciono idas de olla de varias bandas de aquel entonces (Poison, Faster Pussycat, W.A.S.P. etc) sin duda no me quedó otra que dejar en el tintero a Mötley Crüe. Hago mención a ellos en algún otro capítulo, como el de Ozzy, pero al tratar de escoger alguna de las miles de burradas de los Crüe, me encontré con que no podía.

Eran demasiadas, y demasiado cafres todas. Así que no tuve más remedio que remitir al lector a su autobiografía Los Trapos Sucios, un libro esencial para cualquiera interesado en la parte más desquiciada del rock.

En el capítulo dedicado al mundo hercúleo de Manowar, haces mención a un personaje sorprendente y curioso: Thor, un exculturista que se dedicó al heavy metal con poca suerte.

También hablas de un documental sobre su vida, I am Thor (Ryan Wise, 2015). ¿Quién es éste personaje del rock y cuéntanos, qué podemos ver en su documental?

Jon Thor Mikl, el gran Thor. Sin duda uno de los perdedores más entrañables de este negocio. Un ex forzudo, en efecto, que a finales de los setenta montó su propia banda de heavy e incluso facturó un pequeño clásico de tercera división en 1977 –Keep the Dogs Away– para seguir una carrera tan errática como inasequible al desaliento.

Su imagen de bárbaro cimerio, sus videos -pura serie Z- y unos trucos escénicos de feria ambulante, no podían ocultar un cancionero tan voluntarioso como definitivamente poco inspirado, en general.

Lo que podemos ver en el documental que mencionas, es un repaso a su trayectoria contado -de forma espeluznantemente inocente, casi cándida- por el propio protagonista. Un imbatible ejemplo de fe en uno mismo que ningún fan de la trastienda del heavy debería perderse.

“La segunda ola del black metal fue una auténtica locura”

Eloy Pérez

 

Un huracán de metal con Killus y su disco, Devilish Deeds

En tu libro también le dedicas un capítulo a la escena de Black Metal, un tema que siempre está en boga, lo último que hemos visto sobre el tema ha sido el programa de Movistar+, Jon & Joe, Jon Sistiaga

¿Por qué crees que en el metal, pero sobre todo fuera de él, fascina tanto aquellas historias de asesinatos, iglesias quemadas etc…?, ¿crees que podría repetirse un episodio así ahora, o es muy hijo de su tiempo?

La segunda ola del black metal fue una auténtica locura. Mayhem, Darkthrone, Emperor, Burzum… todos aquellos críos (que es lo que eran) fueron capaces de conjurar un nuevo estilo y una nueva imagen, creando algunos de los mejores discos del metal en toda su historia, al tiempo que perpetraron algunos de los actos más execrables que uno pueda imaginar.

Fue una escena tan innovadora como insana, liderada por una serie de personajes cuyo equilibrio mental era más que discutible. ¿Por qué fascina aquella sucesión de asesinatos, suicidios, quema de iglesias? Yo creo que porque nunca un movimiento musical había aglutinado tal cantidad de crímenes y salvajadas en tan poco espacio de tiempo.

Le sumas lo pagano, el satanismo, una música tremendamente técnica y oscura y una imagen entre lo circense y lo demoníaco, y el morbo está servido. Y el morbo fascina.


Me ha gustado mucho que dediques algo de espacio a los logos en el heavy metal, quizás el género que más uso hace de los mismos. ¿Por qué las bandas recurren tanto a ellos?, ¿conoces otro fenómeno musical donde esto se produzca?, ¿por qué se le hace tan poca mención?

No conozco otro estilo que los use tanto, pero los logos no eran algo nuevo en el mundo del rock antes del heavy metal. Si pensamos en bandas clásicas, muchas de ellas ya tenían la grafía de su nombre con una tipografía especial y reconocible, a veces incluso con algún elemento de diseño añadido.

El heavy lo que hace es, partiendo de esa base, crear la figura de la mascota, normalmente un bicho muy feo, con malas pulgas y demás al que considerar casi un miembro más de la banda.

Las mascotas en las bandas de heavy no son un simple logo, sino que protagonizan portadas y merchandising, cómics y videos, y forman parte -en muchas ocasiones- del propio diseño de escenario.

El motivo por el que las bandas recurren a ello es porque la mascota es un modo sencillo y eficaz de resultar reconocible, de ofrecer un aspecto distintivo -en lo gráfico- respecto al resto de colegas.

Si no me falla la memoria, creo que en el libro no hay nada de heavy español, ¿no tenemos buenas historias o anécdotas o las veremos en un próximo libro?

Cierto. Aparte de mencionar el proyecto de El Heavy No Es Violencia, el heavy español brilla por su ausencia. Por supuesto que podemos encontrar buenas anécdotas en el metal patrio, pero básicamente por una cuestión de prioridades, y de espacio tuve que prescindir de él, como de otras bandas y escenas extranjeras que también se quedaron fuera por la misma razón.

Al final las páginas son las que son y uno debe cribar. No hay proyecto, de momento, para una segunda parte del libro, pero si la hubiera no tengo duda de que incluiría un capítulo sobre nuestros héroes del metal.


De metal más moderno, creo que solo has añadido algo de Korn y Slipknot (su vocalista), ¿ya no se fabrican tan buenas historias como en los 80 y principios de los 90, o es que son bandas más “aburridas”?

Los tiempos han cambiado, definitivamente. Ello no quiere decir que las nuevas bandas de metal no tengan sus miserias y desfases, especialmente en gira, pero en ningún caso pueden equipararse a los de épocas pasadas.

De lo que antes se alardeaba, ahora los grupos se ocultan. Y lo que cuentan en entrevistas, en su inmensa mayoría, no pasa de gamberrada en fiesta de instituto. Básicamente, por resumir, no dan juego a la hora de trazar un anecdotario.

“La portada de un disco -en vinilo, obviamente- era una carta de presentación que muchos artistas supieron aprovechar en su favor, ya fuera a través de la provocación, del impacto o simplemente de un diseño que se saliera de lo más común”

Eloy Pérez

Haces mención a las portadas con historia, de entre ellas me ha gustado mucho la decisión de incluir la de Brujería, Matando güeros (1993), por el enorme impacto que causó. ¿Cuál crees que ha sido la importancia de las portadas en el éxito de algunas bandas?, ¿todavía las portadas tienen aquella importancia capital?

Decidí incluir una serie de portadas con historias interesantes tras su diseño porque, en efecto, creo que muchas de ellas tuvieron una gran importancia en el éxito de las bandas de heavy metal. Recordemos que antes de la irrupción de la MTV, el aspecto visual de los grupos estaba todavía muy limitado.

La portada de un disco -en vinilo, obviamente- era una carta de presentación que muchos artistas supieron aprovechar en su favor, ya fuera a través de la provocación, del impacto o simplemente de un diseño que se saliera de lo más común.

El primer disco de Black Sabbath, por ejemplo, seguiría siendo una obra maestra con otra portada (como lo es Master of Reality, por ejemplo, cuya carátula es una mierda), pero aquella instantánea forma parte de la experiencia al escuchar el disco.

Y más en aquel momento, siendo un debut tan rompedor. La música y el envoltorio. Continente y contenido. ¿Si las portadas todavía tienen aquella importancia? En la era de las descargas y la música online, en absoluto.


Algo muy curioso, y que tal vez la gente más joven no conozca, fueron aquellos discos llenos de estrellas del pop unidas contra el hambre en el mundo, el icónico, We are the World (1985), y que tuvo su disco también en metal, titulado, Hear´n´Aid (1986), con la canción, Stars. ¿Cómo surge aquel elepé y por qué pasó tan desapercibido?

Hear ‘N’ Aid fue un proyecto auspiciado por Dio, a instancias de Jimmy Bain y Vivian Campbell -bajista y guitarra respectivamente en su banda-, obviamente inspirado por iniciativas anteriores como ese We Are The World que citas.

Dio creyó que el mundo del heavy debía ofrecer su imagen más solidaria y más en una época, 1985, en la que el PMRC empezaba a demonizar el género a base de bien. ¿Por qué no triunfó aquella canción? En teoría había reunido a la plana mayor del metal del momento, el desfile de músicos de primer orden que participaron es impresionante…

Tal vez fuera porque, por temas contractuales, su edición se retrasó varios meses, pero en mi opinión ni se acercó al éxito de sus predecesores por la sencilla razón de que el tema no es nada del otro mundo. No es una mala canción, pero tampoco es buena. Ni siquiera es pegadiza.

Un tema del montón, bajo mi punto de vista. Y en 1986 había mucho disco de heavy metal en el que gastarse el dinero antes que en ese.

Hablamos con Fortu de Obús por su nuevo disco, Con un par

En tu libro de Heavy Metal le dedicas un capítulo a Bruce Dickinson, vocalista de Iron Maiden, ¿por qué crees que siempre nos fijamos en figuras mucho más nocivas dentro del heavy, y no en verdaderos hombres del Renacimiento como él?

Supongo que los personajes complicados, contradictorios o extremos -incluso trágicos en ocasiones- son mucho más atrayentes. Sin entrar en comparaciones cualitativas ¿de quién nos puede interesar más leer historias, de Jim Morrison o de John Fogerty? ¿de Ozzy Osbourne o de Bon Jovi? ¿Johnny Thunders o David Gilmour? ¿Layne Staley o el tío que canta en Nickelback?

Los personajes nocivos son, casi siempre, los que protagonizan las mejores anécdotas, mientras que gente como Dickinson -que también tiene su cuota, ojo- puede pasar por un gran vocalista de metal del que mucha gente, a lo sumo, sabe que es también piloto de aviación.

De ahí también el capítulo que dedico en el libro a las profesiones, algunas muy curiosas, de los músicos de heavy metal. Por ampliar el espectro, básicamente.

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