Live is Life: La Gran Aventura es el tercer filme de Dani de la Torre, y es un viaje a un pueblo de Galicia en el verano del 85 con una pandilla de cinco amigos compartiendo con ellos la amistad, la aventura y la magia. Hablamos con Dani de la Torre en los Preestrenos del Festival Antonio Ferrandis en Paterna, València.
A todos nos cogió por sorpresa el cambio de estilo de Dani de la Torre, que provenía del thriller más potentes y clásico, y se lanzaba a una historia de aventuras con preadolescentes, con indudables guiños a los clásico de Spielberg o Reiner, por citar a dos y que emociona por su capacidad de devolvernos a la infancia.
Tras un debut como El Desconocido (2015), desasosegante ópera prima en forma de thriller que en breve tendrá un remake con Liam Neeson como protagonista, y su continuación, con La Sobra de la Ley (2018), una historia de gángsters en España a principios de los años 20. Ahora aborda un trabajo blanco donde la aventura, la amistad y la fantasía se mezclan en el verano del 85 en una pandilla de jóvenes. “Es verdad que es un cambio de registro importante pero como a ti, las pelis de aventuras, Donner, Spielberg… todo eso yo lo veía cuando leía el guion”, señala el director de Live is Life por teléfono.
Para tamaña historia, contó con el guion de Albert Espinosa (Pulseras Rojas) que utiliza algunos de sus recursos en la trama, como la enfermedad o la visión de esta de los jóvenes, la amistad y la aventura como ejes dinamizadores de la historia. El realizador recuerda que la única petición que le hizo al guionista fue, “lo único que le pedía a Albert –recuerda- fue poder trasladarlo a mi tierra, poder hacerlo mío. Poder rodar por los lugares por donde yo iba con la bici con mis colegas, y poder meterme en algunas de las vivencias que tuve cuando era chaval. He trabajado muy a gusto con Albert y eso se nota también en la peli”
Los ochenta y el concepto Goonies, con todo lo que significó (y significa) para muchas generaciones, son partes esenciales para entender el desarrollo de la trama. Sin móviles, sin Internet… “A mí me atrae porque es la infancia que yo viví”, comenta. Quizás nos tendría el mismo sentido ubicar la acción en el presente o hubiese sido más complicado. “ Puedo contarlo en primera persona. Si la trasladáramos a la época actual, tendría yo que meterme en cómo son los chavales ahora, investigar y meter otro tipo de realidades diferentes: la telefonía móvil, las redes sociales…”
La trama viaja a los ochenta por la infancia de su director, pero también porque era, sin duda, otra forma de afrontar la vida y los veranos en el pueblo familiar. “Todo eso que en aquella época no existía, y nos permitía tener esa libertad y andar nuestra bola por ahí inventando cosas. Que también es algo que echo de menos, el contacto entre la gente, entre los chavales.”, remata.
Los tiempos cambias, y la nostalgia a veces se apodera de nosotros. En los ochenta, quizás visto desde ahora, todo parecía más fácil, y los veranos eran momentos geniales para el autodescubrimiento, para reencontrarte con tus amigos del pueblo. “Ahora, por ejemplo, a mi pueblo que ya no viene los chavales, vienen muy poco y ya no hay ese punto de conexión de chavales que no se conocían de nada y que luego eran los mejores amigos del verano”, comenta Dani de la Torre.
El aroma a cine de los ochenta impregna todo el filme. El director sabe muy bien en qué películas, geniales todas, asirse como influencia directa. “Me han marchado, Cuenta conmigo (Rob Reiner, 1987), Los Goonies (Richard Donner, 1985), El Club de los Cinco (John Hughes, 1985), el propio Verano Azul, que veíamos los chavales; los referentes de los ochenta que teníamos todos los chavales. Regreso al Futuro (Robert Zemeckis, 1985), Kárate Kid (John G. Avildsen, 1984), esos los veíamos todos en esa época. Es lo que me marca a mí como chaval, es el cine que veo con mis colegas y mis padres incluso”