
La Biblioteca de Fuego de la escritora María Zaragoza acaba de ganar el premio Azorín de Novela 2022. Una historia que sucede en los años treinta una vez terminada la Guerra Civil española, y donde se produjo un saqueo incontrolable de las bibliotecas. Hablamos con ella sobre La Biblioteca de Fuego.
Hacía tiempo que la escritora tenía claro que debía escribir algo sobre libros, y más concretamente sobre libros prohibidos. “Yo tenía muy claro desde hace mucho tiempo que quería escribir sobre libros prohibidos y sobre gente que se dedicaba a salvarlos, entonces me inventé la Sociedad Secreta de la Biblioteca Invisible”, aclara.
La casualidad hizo que Zaragoza encontrara la biblioteca donde iban a suceder los acontecimientos que narra en La Biblioteca de Fuego. “En un principio no sabía muy bien dónde la iba a ubicar”, reconoce. “Llevaba dándole vueltas a esa idea años, pero no la encajaba, necesitaba concretar qué libros iban a ser y qué época. Entonces descubrí la hoguera de libro con que se celebró el Día del Libro en 1969 en la Universidad Central”, comenta.
“Leí la noticia, que es escalofriante, y la foto, y entonces ya empecé a centrar la idea de hacerlo en ese momento. Tenía que pasar algo en la historia donde esos libros se salvasen o pasase algo con ellos que cambiase esa historia, y a partir de ahí descubrí la historia de los bibliotecarios que modernizaron la biblioteca en los años 30, porque entonces el saber era para unos poquitos y los bibliotecarios eran guardianes”, dice.
“Este libro tiene documentación, que yo no sabía qué iba a hacer con ella, de dos libros anteriores”
María Zaragoza, autora de La Biblioteca de Fuego
Leyendo el libro el lector puede apreciar detalles, lugares, momento; todo ello parte no solo de la imaginación, sino también de un proceso de investigación. “He trabajado mucho con bibliotecarios y archiveros vivos actuales, que me han echado un cable”, comenta. “Con la hija de Blanca, que me ha enviado un montón de cosas para situarme, documentación y cosas sobre su madre. Todo esto ha sido muy bonito, muy intenso a veces, e incluso terrorífico, porque algunas historias son terribles, pero por otro lado ha estado la parte divertida”.
Indagar en los años treinta fue toda una experiencia para la autora. “Toda la parte de descubrir cómo eran los carnavales en 1933, hay un montón de cosas que he estado leyendo, mirando de periódicos, pues para saber de qué eran los anuncios, qué tiempo hacía en noviembre del 31, cómo era la moda, si se llevaba estar gordo, flaco, el pelo… esa era la parte más divertida. Era muy divertido mirar los anuncios”, señala.
Zaragoza ya había buscado información para otros libros, y la recicló para éste. “Este libro tiene documentación, que yo no sabía qué iba a hacer con ella, de dos libros anteriores. Toda la parte de los subterráneos, yo ya la había descubierto en La Avenida de la Luz, y la historia del libro del Anticristo, yo había descubierto una buena parte intentando hacer la biblioteca de la abuela de la protagonista de Sortilegio, que es otra de mis novelas”
Además, la autora es una persona perseverante y que le gusta desenterrar historias. “Soy muy curiosa, cuando hay algo que me produce curiosidad intento rascar, intento enterarme del máximo de cosas al respecto”, dice.
En el libro otro apartado importante son los lugares que han marcado a la autora, lugares emblemáticos y precioso. “La Biblioteca Nacional para empezar, además era muy divertido porque luego la Biblioteca Nacional ha pasado por varias obras de esa época a ahora”, explica.
“Y entonces yo descubrí que una de las obras de Lorca durante la dictadura de Primo de Rivera se había censurado por pornográfica”
María Zaragoza, autora de La Biblioteca de Fuego
“Necesitaba un plano de la Biblioteca para saber por dónde se entra, por dónde se salía. Ese tipo de cosas que parecen tonterías pero que yo necesitaba visualizarlo por si me hacía falta. Por otro lado, la Casa de las siente chimeneas, que me parece que tiene toda la leyenda del fantasma y todo eso, que no es algo que yo me haya inventado, es algo que se puede consultar. Es un fantasma típico de Madrid”
Ahora la escritora tiene otra visión de la capital, después de haberse informado y documentado tanto sobre la ciudad. “Recuerdo que cuando fui a hacerme el carne de investigadora en la Biblioteca Nacional, iba con mi madre, fuimos andando por toda Madrid y le iba contando: pues esto pasa en la novela aquí, esto allí… luego hay cosas que han ido mutando, pero se lo podía pasear la historia en ese momento que ya iba creando en mi cabeza”
En La Biblioteca de Fuego aparecen personajes muy destacados de la época pero a la vez también muy conocidos. “Lo de Lorca fue un poco casual, porque yo estoy convencida que cuando te estás documentando para algo, el destino te pone las piezas delante de las narices por pura suerte”, reconoce. “Y entonces yo descubrí que una de las obras de Lorca durante la dictadura de Primo de Rivera se había censurado por pornográfica, y que se habían retirado todas las copias. Y esto era, hablando de literatura prohibida y de libros censurados, me parecía fantástico tirar de este tema y que fuera pilares centrales de las historias que viven las protagonistas con la Biblioteca Invisible”.
Estaba claro que las personas más reconocibles consiguen enganchar al público, porque los sitúa más en la época. “Y a partir de ahí también me pareció muy atractivo que esta Sociedad Secreta que salva libros haya personas absolutamente reconocibles o por lo menos con historias de personas que son accesibles por la gente”