
Es maravilloso cuando encuentras una historia real que desconocías gracias a una novela gráfica. Esa sensación de descubrir algo de lo que no sabías nada, y que te deja sin palabras, es una de las mejores cosas del mundo. Lo admito, conocía solo la historia de Hedy Lamarr como actriz hollywoodiense. ¿Quién no conocía a esta austríaca protagonista en la famosa Sansón y Dalila (1949) de Cecil B. DeMille?. Aunque también he de admitir que desconocía la otra faceta de su vida, y que seguramente será por la que la recordarán en el futuro.
Lamarr desde muy joven ya destacaba; de hecho en el colegio pensaban que era superdotada. Hedy descubrió que si tanto el transmisor como receptor saltaran a la vez de frecuencia a otra, entonces cualquier que quiera interrumpir la señal, no podría hacerlo al no saber dónde se encuentra (en qué frecuencia). Fue un descubrimiento asombroso, pero Estados Unidos no lo utilizó en la II Guerra Mundial, aunque tuvo que hacer uso de ella en la crisis de los misiles cubanos. Hoy en día, este descubrimiento sirve para el Wifi, el Bluetooth o las redes móviles.
Objetivo Hedy Lamarr ha sido editado por Grafito editorial , y nosotros nos ponemos en contacto con su guionista Ricardo Vilbor y su dibujante Ángel Muñoz para conocer los pormenores de la obra. Una historia así de fascinante había que contarla, aunque es necesario encontrar la idea de cómo contarla. “Me encantaría decir que la idea fue mía – dice Muñoz-, pero, en realidad, la idea vino de mi editora, Yolanda Dib, que encontró un artículo sobre Hedy y vio claro que había que hacer una novela gráfica sobre ella”. Aunque la trama es increíble, la parte artística nos sumerge en aquella época de los años 40. “El desarrollo del proyecto funcionó como una cadena de montaje”, explica Muñoz. “Disponíamos de año y medio para darle salida, y Ricardo mandaba el guión por partes, conforme lo iba cerrando. Yo me centraba en dibujar y entintar la parte que tocara en ese momento, y después se lo pasaba a Abel Pajares (el colorista) que remataba la faena”, comenta el dibujante sobre el proceso de creación de la novela.

En el cómic los nazis la persiguen por todos los medios, aunque esto no parece estar en la biografía de la actriz. “Los nazis no la persiguieron y MENOS MAL, porque si llegan a posar sus zarpas sobre el invento de Lamarr y Antheil, otro gallo nos cantaría…”, sentencia aliviado el guionista. Con todo, la vida de Lamarr parece arrancada de una novela policíaca, parece una película noir. “Todos los hechos biográficos, por increíbles que parezcan, son verídicos: su primera película desnuda con 17 años, el orgasmo que finge en ella y que es el primero del cine, su matrimonio con el magnate armamentístico Mandl y la obsesión enfermiza de este por su persona, su fuga vestida de camarera… Lo bueno de Hedy es que no hubo que novelar mucho: su vida fue apasionante”, remarca. Del orgasmo que habla Vilbor es el interpretado en “Éxtasis” (Gustav Machatý, 1934) donde mostraba el rostro durante un orgasmo, y que fue duramente criticada por la iglesia.

Muñoz reconoce que tampoco conocía la historia de Lamarr, “fué a raíz de este trabajo cuando me interesé por ella”. El dibujante logra que nos metamos en el Hollywood de los años 40. “Por un lado contaba con el estilo de la linea clara valenciana, que creo que ayuda a recrear ese ambiente 40s que la historia necesitaba, y por otro lado ayudó mucho la documentación que Ricardo me proporcionó”, indica el dibujante. Su carrera como actriz pudo ser un arma de doble filo, aunque por un lado de la hoja disponía de la fama y de una carrera; por otro, su trabajo e investigaciones en el campo de la ciencia, quedaban en el ostracismo. “No exactamente: cuando ella lo inventa, Mandl es ya parte de su pasado. Lo que sucedió es que no los tomaron en serio ni a ella ni a Antheil y, además, su invento no se podía llevar a cabo con la tecnología de su época. Pero Hedy era así, una adelantada en muchos aspectos”, aclara Vilbor.
“Todos los hechos biográficos, por increíbles que parezcan, son verídicos”
Cuando un dibujante se enfrenta a la recreación de un evento real, que haya ocurrido en la historia y del que exista documentación gráfica, y en el caso de Lamarr estaban sus películas, es un trabajado añadido transmutar a la persona en dibujo. Máxime cuando era una cara tan conocida. “Estar a la altura de una mujer así costó lo suyo. Tengamos en cuenta que teníamos que recrear al personaje en un montón de situaciones diferentes, y que debía resultar creíble para el lector. A parte de tratar de conseguir un parecido razonable con el personaje real”, rememora Muñoz. La trama transcurre en muy poco tiempo. “Lo difícil ha sido mantener un ritmo ágil y elegir lo contable, lo “novelable”, evitar los ladrillos explicativos y no dejar que la realidad encorsetase la historia”, explica Vilbor. El ritmo es frenético, y se agradece que no haya relleno, ni páginas sin nada que contar. Vilbor ha logrado que en muy poco tiempo, todo sea dinámico. “Si lo he conseguido o no, eso ya debe decidirlo el lector”, dice el guionista.

Sin duda, la estética de los años 40 y la forma de vivirla, sigue apasionando al público. Hay época que nunca pasan de moda, que siempre están adheridas al subconsciente colectivo de un modo pétreo. “Creo que el cine era, entonces, una gran y bella mentira”, apunta Vilbor. “Aunque proliferaban las revistas de cotilleos, todavía se mantenía cierta distancia con los espectadores, que no tuiteaban con los actores ni los veían en Mallorca luciendo panza y resaca. Por otra parte, la estética es maravillosa, todos rezuman clase y glamur. Hoy sabemos que no eran tan glamurosos, pero, aun así…”. Comento con el dibujante la semblanza al cine noir, a ese aroma a Casablanca que envuelve el cómic. “¡Justamente esos! Soy muy fan de la época en la que transcurre el cómic, y para desarrollar ese sentido de la estética necesito “absorber” multitud de referencias de medios diferentes: de los cómics de Daniel Torres o Serge Clerc, del cine con películas como “Gilda”o “Sed de mal“, o del arte como las obras de Hopper o Tamara de Lempicka”, aclara Muñoz.
La parte ficcionada aumenta el valor de la historia real, de la actriz inventora que huía de su marido dejando dormida a la ama de llaves con somníferos. “Este cómic huye de hacer una biografía al uso, y ha creado algo totalmente nuevo”, dice Muñoz. Es una historia muy comiquera, no me imagino otro medio para ella, tal vez la literatura. “Es una ficción con trasfondo real. Asume un riesgo que no creo que pudiera haber encajado una película o un libro” responde el dibujante.
Cómic recomendado por Ricardo Vilbor
El cómic está en un momento muy dulce, parte de ese éxito es la creación de nuevas editoriales como Grafito o que se apueste por novelas de este calibre. “Creo que el cómic está conquistando el ámbito que le faltaba, el de la parte académica y artística, el de ser considerado objeto de estudio serio y una obra de arte en sí y eso me alegra”, señala Vilbor. Es verdad que las cosas están cambiando, por fin el cómic tiene un espacio. “Hoy se encuentran cómics en librerías y los historietistas exponen en museos. Al mismo tiempo, el cómic es y seguirá siendo parte de la cultura popular y de eso se trata: el cómic debe ser tan grande que tiene que abarcarlo todo, desde lo más popular hasta lo más “elitista”, como ya ha sucedido con otras artes como la pintura o el cine. Intentar delimitar el cómic a un ámbito (sea el que sea) me parece, aparte de imposible, ridículo”, sentencia.
“Lo difícil ha sido mantener un ritmo ágil y elegir lo contable, lo “novelable”, evitar los ladrillos explicativos y no dejar que la realidad encorsetase la historia”
Ricardo Vilbor
¿Lamarr ha sido olvidada por Hollywood?, le pregunto a Vilbor con algo de tristeza. “Sí, pero en los últimos años han hecho un documental y una miniserie sobre ella está en marcha, así que la Lamarrmanía está a punto de empezar. Bienvenida sea”. Su orgasmo en la película Éxtasis, significó mucho mirándolo de forma retrospectiva. ¿Fue Lamarr una pionera? “Cuando Lamarr hace lo del orgasmo no tiene ni pajolera (ojo al juego de palabros) de lo que va a salir en pantalla, es una cría de 16 ó 17 años”, comenta Vilbor. “Ella no se sentía pionera de nada, pensaba, pues así se lo prometió el director, que se la iba a ver de lejos, difuminada. Imagina su sorpresa al verse en porreta nítida durante la proyección”. Volviendo a su faceta como inventora, Lamarr fue, en cierta medida, arrinconada, la administración americana archivó la historia de la actriz como inventora. “Por su condición de extranjera, por ser una célebre actriz y porque el ejército se quedaba todos los proyectos que le enviaban y los clasificaba. Hay que recalcar que Lamarr y Antheil le regalaron el invento al US Army”, explica Vilbor.
Buen artículo
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