Javier Caro

Pollos sin cabeza es la nueva producción de Pokeepsie Films para HBO Max. Una serie que consta de siete capítulos donde se aborda el mundo del fútbol, pero no desde el campo sino desde los despachos, los mánagers y el despelotado mundo del descontrol económico, lujo e histrionismo de las grandes estrellas y sus agencias.

Alberto Martín, más conocido como Beto, es un ex jugador de fútbol que en la actualidad trabaja como representante de futbolistas. En la serie veremos a Beto, interpretado por Hugo Silva, intentar mantener a su futbolista estrella, Willy Sanabria (Óscar Casas) en su agencia de representación, pero el feroz e inhumano mundo de las agencias de representación, se lo impide. Así, su jugador estrella se marcha con la competencia. A partir de ese instante conoceremos la vida personal del protagonista, que se mezcla con la profesional en una suerte de comedia agridulce llena de excesos y redundante en el tema capital: el negocio del balompié y sus consecuencias personales.

Hugo silva
Fotograma de la serie Pollos sin cabeza (HBO MAX)

La ficción española ya se había acercado al deporte futbolístico de la mano de comedias que tuvieron, sobre todo la primera década del 2000, una fuerte aceptación. Cintas como Días de Fútbol ((David Serrano, 2003) o El Penalti más largo del mundo (Roberto Santiago, 2005), abordaba el futbol base, el que se practica en barrios humildes, siendo así un gazpacho de comedia costumbrista, drama disimulado y denuncia social escasa.

Sin embargo, ambas mantenían un pulso cómico de altura, llenas de momentos muy divertidos (aunque algo similares) y que no caen en sentimentalismos ni derrotismos. Qué baje Dios y lo vea (Curro Velázquez, 2018) y más recientemente Llenos de gracia (Roberto Bueso, 2022) también tuvieron el fútbol como elemento vertebral, y que, como curiosidad, también al mundo del catolicismo. El fútbol en todos los casos ha servido como elemento motivador, y de cambio de vida. En Pollos sin cabeza, una comedia más estrambótica sin cabe, sin embargo, la crítica, clara aunque muy desfasada, va dirigida a la élite del deporte, a sus tejemanejes, sus miserias y la  volatilidad de la fama.

En ella asistimos al auge y caída de Nardinho (Diogo Sales) un jugador que arrastra una mala temporada y que termina en las manos de Beto, representante para todas las necesidades del astro, al desastre de la relación sentimental del protagonista con Sonia (Dafne Fernández) y con sus hijas, y por último sus continuadas recaídas en el alcohol y las drogas. Un cliché que funciona muy bien en algunos momentos y que en otros pierde consistencia, como en la gala del fútbol.

Durante los últimos años hemos asistido a series de humor que han contado con un personaje central lleno de aristas, incomprendido pero con una pátina de ternura inclasificable que ha llenado cada capítulo. El personaje en el que ha recaído la práctica totalidad del peso de la trama. Casi un biopic. Desde Juan (Javier Cámara) en las tres temporadas de Vota Juan, pasando por Juan Diego Botto en No me gusta conducir hasta nuestro Beto en la que nos ocupa.

También la inclusión de personajes secundarios que en este caso aportan más bien poco. En ella podemos ver a Kira Miró como Mariajo, mujer de Beto y madre de sus dos hijas. El villano de la trama, el representante que le roba a Willy y con el que durante la historia tiene sus disparidades, interpretado por el veteranos actor, Miguel Ángel Solá como Felipe Martinelli. Y por último, los colaboradores de Beto, Miguel (Gorka Otxoa) o Armando (Manuel Tallafé)

La serie está dirigida por tres directores, Adolfo Martínez, Secun de la Rosa (solo dirige el capítulo cinco) y Rodrigo Ruíz-Gallardón (solo dirige el capítulo seis). Todos los capítulos de la serie están escritos por Jorge Valdano y Pablo Tébar.

La serie utiliza una estrategia narrativa que puede agotar al espectador, cuando el personaje no posee ese carisma que le hace sostener la desviada y escasa atención de los espectadores. En este caso, Beto tiene mucho potencial, pero tal vez no logre centrar toda la atención en sí mismo con la suficiente intensidad como debería para que los capítulos fueran más amenos.