Javier Caro

A todos los que comenzamos a peinar canas nos pilló de infantes el fenómeno de La Familia Addams, un núcleo familiar diferente, aterradoramente divertidos y con una puesta en escena magnética. Tanto fue su éxito que fue imitado por los archiconocidos La Familia Monster, aunque haya mucha gente que piense que estos fueron anteriores. Los Addams nacieron de la mano de Charles Addams, que escribía una tira cómica en el afamado periódico The New York Times.

En 1964 los Addams daban el salto de las tiras cómicas a la televisión estadounidense en formato de serie, algo más que normal, tiras como Garfield de Jim Davis o Snoopy de Charles M. Schulz se transformaron en series, aunque animadas. Los Addams fue emitida en la cadena ABC y se mantuvo dos temporadas con un total de 64 episodios. A partir de ese momento los Addams pasaron a forma parte de la cultura popular norteamericana, con una mezcla, que también llevaron al cine, de las series prototípicas de familias de clase media y el terror gótico al estilo Hammer.

La familia Addams
La familia Addams televisiva

Una familia con dinero, con gustos y aficiones especiales que destilaban cariño entre ellos, a su forma, y que rompía con contundencia la mojigatería propia de la época. La series familiares han seguido siendo prototipos de la américa conservadora con algunas salvedades, como Matrimonio con hijos (1986), por citar una.

Pensemos que Gómez, patriarca del clan, es un hombre infantiloide, hiperacttivo y encandilado de su mujer, Morticia. Podrían ser como cualquier otra familia: aburridos y despegados, pero no, los cabeza de familia eran dos adultos entregados al amor y a la pasión, algo insólito en aquellos años, en incluso en los siguientes, ¿alguien se podía imaginar a Carl Winslow derretido ante los huesos de su mujer con ganas de disfrutar de su amor, lleno de erotismo?

En la serie tenemos Gómez, al que le corre sangre española por las venas, un trasunto de Groucho Marx no solo por su eterno puro habano, sino por su sentido del humor y hasta algunos de sus movimientos. La serie fue funcionó muy bien, tanto que años más tarde se planteó la posibilidad de rodar un filme, lo que a la postre sería una gran decisión.

La productora pensó en un primer momento en Tim Burton, que en 1988 había dirigido Beetlejuice con un asombroso éxito de taquilla, logró recaudar solo en Estados Unidos 73 millones de dólares. Película en la que también existía una familia, pero en una situación completamente anormal y algo terrorífica. También se pusieron sobre la mesa otros cineastas como Terry Gillian o David Lynch, quizás el más difícil de encajar el proyecto. ¿Se imaginan qué podía haber salido de ahí? Finalmente, y después de que todos dijeran que no, apareció Barry Sonnenfeld, un director que años más tarde firmaría películas como Men in Black (1997) o la infumable Wild wild West (1999).

La familia Addams
Gómez Addams (Raúl Juliá) y Morticia (Anjelica Huston)

La Familia Addams lo tenía todo a su favor: había sido una serie con bastante popularidad en los  años 60, aquellos que los vieron de pequeños en el momento del estreno serían personas adultas, y contaban con unos guionistas que conocían el terreno que pisaban como Caroline Thompson, que había escrito Eduardo Manostijeras (Tim Burton, 1990) o Larry Wilson que llegaba desde Beetlejuice (1988).

Como hemos explicado, la película partía con una buena base de fans y con mucha gente con ganas de ver cómo se desenvolvían en la gran pantalla. Para el reto contaban con Raúl Juliá en el papel del tórrido Gómez. Hacía dos años Juliá había rodado con Eastwood en El Principiante (1990) y pocos podían pensar en él para el papel. Su compañera Morticia iba a ser Anjelica Huston, aunque pudo haber sido Cher, que estaba totalmente enamorada del personaje, aunque hábilmente el productor Scott Rudin optó por la californiana. El reparto no se quedó ahí, sino que Christopher Lloyd aceptó interpretar a Fétido, una vez que DeVito y Bob Hoskins lo recharazan,  y además dieron en la diana con Miércoles, la hija psicópata de la familia, al contratar a Christina Ricci.

Los Addams no llegaban a los cines para ser una familia más, un matrimonio aburrido con hijos predecibles, no, llegaban para lanzarles aceite hirviendo a un grupo de personas que cantan villancicos en la puerta de su casa. Una primera escena abrumadora y contundente. Así, de golpe y sin medias tintas, asistíamos al humor negro, pero inocuo, de Gómez y compañía. Góticos, enigmáticos, despiadados pero también bonachones y algo simplones, así nos llegaban en el celuloide. El mundo se rindió a las “maldades” de esta barroca familia. Desde la casa, un decorado realmente impactante, hasta los vestidos de Morticia, pasando por las caras psicopáticas de Miércoles, aquellos monstruos tenían algo muy divertido.

La familia Addams
Morticia (Anjelica Huston), MIércoles (Christina Ricci) y Pugsley (Jimmy Worman)

Además, los secundarios eran muy buenos, imposible olvidar a Cosa, interpretada por Chris Hart, el cual tal vez no guarde un grato recuerdo de sus horas de rodaje. Hart era un mago canadiense que se metió en esto por su habilidad con las manos. Tardaron unos cuatro meses en rodar sus escenas, que no eran pocas. Imagínense a Hart colgado con la mano corriendo por el pasillo una y otra vez. Recordemos que en aquellos años la infografía no estaba tan adelantada como hoy, y la verdad es que mejor, porque dota a la mano de una vida increíble. El filme se transformó en un éxito enorme en taquilla, solo hay que comprobar los 191 millones de dólares que hizo por todo el mundo, y los 30 con los que contaba de presupuesto.

Por descontado si la primera entrega tuvo éxito, la productora no quería dejar pasar la posibilidad de una secuela. La familia Addams: La tradición continúa (Barry Sonnenfeld, 1993) fue una realidad, aunque guionizada por Paul Rudnick. Si la anterior tenía una pátina más infantil, en esta la libertad creativa derivó hacia terrenos más adultos con chistes satíricos y frases cargadas de ironía. Dardos a los ricos en frases como, “espero que algún día conozcas el indescriptible gozo de tener hijos y pagar a otra persona para que los cuide”. Aquí nos encontramos con una maravillosa Joan Cusak encarnando a una zafia viuda negra que seduce a Fétido, pero aunque su actuación y arco es genial, la parte en la cual  Pugsley y Miércoles son enviados a un campamento indio de verano, es soberbia.

Allí resucitan ese espíritu gamberro y subversivo que les caracterizaba hasta el punto de quemar el campamento Chippewa y tener como rehenes a los colonos. Mandan al infierno (metafóricamente) a los niños bien, los rubitos con sonrisas colgate y encumbrar a los inadaptados. Miércoles tiene las mejores líneas de guión, mordaces y punzantes. La negrura de su humor no pudo hacer mucho, y la segunda entrega tuvo una peor taquilla. Algo totalmente injusto, pues la segunda parte es mucho más redonda, siniestra e incisiva que la primera. Quizás no se esperaba ese grado de mala leche en un filme que también iba dirigido a los más pequeños.

La familia Addams
Fétido (Christopher Lloyd)

La Warner decide que Los Addams todavía podían ser rentables en taquilla, por desgracia Juliá ya no podía interpretar al latin lover de Gómez, debido a que en 1994 fallecía en un hospital de Nueva York por un derrame cerebral. Con todo, los Addams regresan con, “La Familia Addams: La Reunión” (Addams Family Reunion, Dave Payne, 1998). Por desgracia esta tercera parte, con decorados de risa, al más puro estilo televisivo, actuaciones indecentes, pese a contar con Daryl Hannah y el indiscutible Tim Curry, hace que nos parezca horrible.

De hecho, solo con ver la caracterización de Nicole Fugere como Miércoles, aberrante donde las halla, ya nos podemos hacer una idea. Y la verdad es que es una lástima, pues Curry regresaba un poco a ese contexto gótico y demencial que disfrutamos en la seminal “The Rocky horror Picture Show” (Jim Sharman, 1978).

Luego nos llegó la serie La nueva Familia Addams, una serie sin importancia que demuestra que la franquicia tiene dos opciones: realizar un producto que rescate el espíritu de la primera serie y las dos primeras películas (en especial la segunda parte) o que se deje como está.

Como anécdota, “Addams Groove”, el tema principal de la primera parte cantada por MC Hammer obtuvo el Razzie a la peor canción, y no nos extraña.

Y si pensábamos que los Addams estaban muertos, aunque ya les gustaría a ellos, regresan al cine pero esta vez con un filme de animación. Y además lo hace de la mano de Greg Tiernan y Conrad Vernon, directores de La fiesta de las salchichas (2016), probablemente la última gran película irreverente y divertida del cine de animación hasta la fecha. Solo por eso, y porque son los Addams, merecerá la pena verla.

 

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