
Agustín Ferrer vuelve a publicar una novela gráfica magnífica, como todo su trabajo. Plan de Huida (Grafito Editorial) es una historia apasionante sobre el traslado de algunos cuadros del Museo del Prado a València en antes de la Guerra Civil. Juntos viajamos de la mano del dibujante a ese momento histórico. En los últimos años Agustín Ferrer se ha convertido en uno de los autores más relevantes de España. Obras como Arde Cuba se han convertido en clásicos. Volvemos a charlar con él para que nos desvele los misterios de Plan de Huida.
He leído que este trabajo, Plan de Huida, te ha llevado cuatro años, y que al principio iba contar con Josep Busquet, ¿cómo surge la idea del proyecto y en qué momento te quedas solo frente a él?
Realmente el trabajo de Plan de huida, sumado el tiempo total empleado, no creo que me haya llevado más de año y medio, pero durante ese periodo de cuatro años tuve una muy mala época en casa como cuidador.
En cuanto al guionista Josep Busquet, la idea original de la que partió este cómic es de él. Se la presentó a Grafito Editorial y la primera intención fue que él la guionizase y yo la ilustrase. Pero, como he dicho antes, por aquel tiempo yo no era persona y pensé que no iba a ser bueno para Josep, la editorial y el trabajo que este se alargase en el tiempo por mis mierdas, enquistándose sin visos de avanzar. Así que pedí a mis editores, si a ellos y a Josep no les importaba, que me dejasen hacerme cargo de todo el proyecto en solitario, a mi ritmo. Hubo acuerdo, pero durante el desarrollo siempre estuve bajo supervisión de mis editores.

El dibujo, como siempre en tu historicista representación, tiene todo un tono realista, ¿cómo dibujas, qué técnicas utilizas?
Soy totalmente analógico, llegando solo a usar herramientas digitales cuando toca introducir bocadillos y textos, o corregir algún fallo, que también los tengo. Así que mi técnica consiste en, después de hacer un esquemita mínimo en un tamaño ridículo de las dos páginas izquierda y derecha juntas, abocetar a lápiz la página en un A4 -o A3 apaisado si la página es doble- con todo el detalle preciso para después no tener tanto trabajo cuando la pase a limpio y sabiendo cuánto van a ocuparme los textos.
Con el boceto terminado, lo calco sobre papel coloreado y vuelvo a dibujar la página a lápiz con más precisión. A continuación, la paso a tinta con un rotulador calibrado muy finito. Borro el lápiz, humedezco el papel, lo claveteo con chinchetas en su perímetro sobre un tablero y espero a que seque -salvo que tenga que pintar un cielo muy colorista con nubes, en cuyo caso aprovecho la humedad del papel para conseguir la aleatoriedad de la mancha usando acuarelas-.
Una vez seco el papel pinto y coloreo como los críos, con acuarelas y pinturas acrílicas. Y, terminado este proceso, delimito de nuevo los contornos con rotuladores calibrados para definir con grosores las diferentes profundidades. Terminada la fase analógica, escaneo la página y la maqueto para mandársela a los editores.
“Lo complicado resulta ser el tejer esa historia, la trama, con coherencia. El resto es únicamente el fondo sobre el que se mueven los personajes, aunque ese fondo también cuente con protagonismo propio”
– Agustín Ferrer-
Supongo que detrás de este trabajo hay una labor de documentación extraordinaria, ¿fue difícil poner toda la información que ibas recopilando de tal forma que contase una historia?
No, no fue tan difícil. Esta recopilación forma parte del trabajo de cualquiera de mis cómics. Es el escenario y el atrezo sobre el que se mueve y desarrolla la historia.
Lo complicado resulta ser el tejer esa historia, la trama, con coherencia. El resto es únicamente el fondo sobre el que se mueven los personajes, aunque ese fondo también cuente con protagonismo propio. Al fin y al cabo solo se trata de datos históricos reales en los que apoyarse o de imágenes de una época ya pasada que sirven de minucioso decorado sobre los que trabajar. Son como los colores usados por un pintor. Solo hay que saber mezclarlos hasta obtener el tono buscado.
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Como siempre en tu trabajo, destacan las grandes panorámicas de lugares o edificios, en éste caso concreto dibujas algunos sorprendentes como Sant Miquel dels Reis o La Lonja, ¿eres una persona muy meticulosa a la hora de dibujar los edificios, te basas en fotografías?
Meticulosa hasta cierto límite, sin exagerar. La ilustración de edificios no me resulta especialmente compleja y sí, usando muchas fotos, recurro a ella para crear un ambiente reconocible para el lector. En este caso, al tratarse de un cómic ambientado en la València contemporánea y en la de 1937, la definición de esos edificios debía ser lo suficientemente concreta como para no defraudar a los lectores de esta comunidad. Edificios, recorridos, ambientes… Todo estudiado como para que el lector pueda verse inmerso en cada viñeta. Por eso huyo de los fondos neutros que no comunican nada.

Es espectacular ver algunas escenas de la ciudad de València en Plan de Huida, no solo las históricas sino las contemporáneas, ¿cómo ha sido el proceso de documentación, en este caso a nivel visual de la ciudad. ¿Has pasado mucho tiempo aquí o como nos dijiste en Arde Cuba, has indagado mucho con fotografías?
Internet facilita mucho este trabajo a nivel histórico. Pero en este caso, sí que por cercanía fue mucho más sencillo acercarse por València que volar a Cuba.
La mayor complicación surgió de la necesidad de ilustrar edificios y calles de 1937, respetando todos los cambios surgidos en la ciudad de València durante los últimos 80 años. Y estos no son pocos: el balcón surgido en la fachada del Ayuntamiento en la década de los 60, así como la urbanización de su plaza; todos los cambios de la Plaza de la Reina y calles aledañas, demoliciones incluidas; la inclusión de una fuente y un conjunto escultórico en la fachada de La Nau que da a la Plaza del Colegio del Patriarca; la nueva urbanización en la Plaza del Mercado entre la Lonja de la Seda y la Real Parroquia de los Santos Juanes… Todas esas fueron pequeñas sorpresas que me fui encontrando conforme buceaba en la documentación gráfica que recopilé durante el proceso de investigación.
Y en una brevísima estancia en València procuré visitar muchos de los escenarios en los que sabía que se iban a concentrar algunas escenas para fotografiar hasta el detalle claustros, iglesias, fachadas, esculturas… Hasta azulejados.
“Este pasaje de nuestra historia, comprobado por mí al explicarlo cada vez que pretendo vender este Plan de huida, no es tan desconocido como pudiera pensarse. Sí que mucha gente no ha oído hablar de él, pero para eso estamos, para relatarlo y volver a colocarlo dentro de nuestra Memoria Histórica”
-Agustín Ferrer-
Las obras de arte en la Guerra Civil que estaban en el Museo del Prado fueron transportadas a València, como bien reflejas en Plan de Huida. ¿Crees que aquellos héroes que salvaron una parte ingente del Patrimonio Nacional han tenido el homenaje que se han merecido?
Creo que gracias a aniversarios y la buena memoria del Museo del Prado se ha conseguido sacar del olvido la ingente labor de personas como Timoteo Pérez Rubio y su equipo a la hora de salvaguardar este Patrimonio. Pero esto ha sido un hecho muy reciente comparativamente hablando si tenemos en cuenta que han transcurrido más de 80 años desde que comenzó la guerra civil.
Primero puede que pesase la losa de 40 años de dictadura que se adjudicó el mérito de la recuperación de este patrimonio llegado desde Ginebra una vez acabada la guerra civil. Y en segundo lugar no resultaba fácil de admitir que fuese el gobierno de la República y la Junta Delegada de Incautación, Protección y Salvamento del Tesoro Artístico, con personas como Pérez Rubio, quienes favorecieron el salvamento y protección de este Patrimonio de las bombas fascistas.
Este pasaje de nuestra historia, comprobado por mí al explicarlo cada vez que pretendo vender este Plan de huida, no es tan desconocido como pudiera pensarse. Sí que mucha gente no ha oído hablar de él, pero para eso estamos, para relatarlo y volver a colocarlo dentro de nuestra Memoria Histórica. Y, por supuesto, a las personas de carne y hueso que lo llevaron a cabo, de manera ordenada y eficiente, sin haber tenido nunca una referencia ni aproximada del problema al que debían hacer frente –una guerra moderna con bombardeos sobre población civil- y las soluciones que debían adoptar –la catalogación, embalaje, transporte por carretera y almacenamiento y protección en destino de una ingente cantidad de obras de arte-.
“También hay que decir que el gusto por la pólvora de los valencianos roza el paroxismo. No sé si he conseguido, sin ser valenciano, llegar aproximarme a esta fiesta tan universal”
-Agustín Ferrer-
Hay un pasaje donde aparecen las fallas, ¿es difícil de trasladar al cómic toda la intensidad de una fiesta como esta con sus pasacalles, petardos y olor a pólvora?
Sí, tal vez el sentido del olfato sea el más difícil de satisfacer en un cómic (risas). También hay que decir que el gusto por la pólvora de los valencianos roza el paroxismo. No sé si he conseguido, sin ser valenciano, llegar aproximarme a esta fiesta tan universal.
¿Cuál será tu próximo proyecto?
Realmente había varias posibilidades, pero mucha gente me ha pedido más “mandanga” relacionada con la Arquitectura, no por el hecho arquitectónico en sí, sino por la vida de los protagonistas. Así que se aproxima por el horizonte una biografía de otro arquitecto que, junto a Mies van der Rohe y Le Corbusier, forma la Santísima Trinidad de la Arquitectura Moderna. Se trata del norteamericano Frank Lloyd Wright, padre de la Arquitectura orgánica. Pero aún está en mantillas puesto que no puedo repetir la fórmula MIES y debo encontrar el tono adecuado de la historia.