Javier Caro
Valenciana es un fantástico viaje a lo que fue València en los años 90, también un reflejo de lo que fue aquella España: machismo, corrupción, drogas de diseño, la ruta del bakalao, amarillismo en la prensa, en inicio de la telebasura… y la amistad de tres amigas y sus vidas.
Jordi Núñez se sienta a respondernos a unas cuantas preguntas tras el visionado de la cinta en un preestreno en los Cines Lys de València. Valenciana es el segundo trabajo de Núñez tras El que Sabem, basada en una obra de teatro de Jordi Casanovas. El filme fue Premio del Público en el Festival Cinemajove
Lo primero, enhorabuena por la película, me lo pasé genial viéndola, creo que es lo mejor del año hecho aquí. La primera pregunta: Valenciana es una obra de teatro de Jordi Casanovas ¿cómo llega a ti la obra y en qué momento ves su traslación al mundo cinematográfico?
¡Muchas gracias! Me alegra mucho que la gente la disfrute. Llegó a mi casi por casualidad, fui a ver la obra con unas compañeras de trabajo y salí del teatro con la idea de que fuese mi segunda película. Llamé a mi productor y se lo dije. En ese momento aún estábamos desarrollando El que Sabem y se antojaba lejos esa probabilidad, pero fuimos paso a paso y lo hicimos.
El elenco está extraordinario, Ángela Cervantes, Tània Fortea, Conchi Espejo, Fernando Guallar y Sandra Cervera, ¿cómo fue el proceso de casting?
Fue un proceso que se fue conformando poco a poco, desde Tània Fortea, que estaba en mi cabeza desde que adapté la obra. Escribí el personaje ya pensando en ella y en la empatía y complejidad emocional que es capaz de transmitir. De Ángela, había algo en su mirada que quería explorar y que me emocionaba mucho para el personaje de Valèria, al conocerla se confirmó esta intuición y sentí una gran conexión con su sensibilidad, es de admirar además el trabajo lingüístico que ha hecho con el apitxat.
En el caso de Encarna, fue todo un proceso dar con la actriz adecuada para una energía tan concreta, hasta que Víctor Antolí, encargado de la última fase de casting, me presentó a Conchi y me voló la cabeza. Sandra Cervera fue la última en entrar al elenco y ha sido toda una revelación y una conexión preciosa. También Fernando Guallar, con quien ha sido súper estimulante construir ese villano.
Todo el casting de esta película y sus interpretaciones, llenas de aristas, me enorgullece. Además, ha sido un sueño trabajar con un elenco donde confluyen escuelas, trayectorias, sensibilidades, talentos y energías tan diferentes y a la vez complementarias. Un verdadero lujo de este oficio.
“Ha habido mucha consciencia sobre el privilegio que supone contar historias, que ha hecho que disfrute de cada parte del proceso creativo exprimiéndolo al máximo. Y ha sido un proceso cargado de revelaciones que es responsabilidad de todo el equipo”
– Jordi Núñez
En tu primera película, El que Sabem, ya trabajabas con Laura Beneito y Tània Fortea, ¿qué diferencias has visto como director entre tu ópera prima y el reto de una segunda película?
Todos los que hemos repetido hemos adquirido una posición de trabajo más serena sin perder un ápice de ilusión y compromiso. En mi caso, ha habido mucha consciencia sobre el privilegio que supone contar historias, que ha hecho que disfrute de cada parte del proceso creativo exprimiéndolo al máximo. Y ha sido un proceso cargado de revelaciones que es responsabilidad de todo el equipo.
La historia de un lugar es muy difícil de contarla, y que casi todo el mundo se sienta reconocido en ella o sepa exactamente qué estás contando, todavía más; en cambio en Valenciana, esto se logra de un modo orgánico y emocional, ¿hubo algún contexto histórico más, además del caso Alcàsser, la Ruta y el ascenso del Partido Popular al gobierno valenciano que te hubiera gustado contar en el filme?
Personalmente, me habría encantado recrearme en el mundo de los platós de Canal 9, por ejemplo. Pero quise cuidar que la puesta en escena y la estética se fundamentasen en ideas y conceptos arraigados en lo más hondo del relato, poner el foco ahí. Así que al final pusimos todo lo que teníamos al servicio de la historia en la medida que la historia lo demandaba.
Me ha encantado cómo has sabido retratar el viaje personal de cada uno de los personajes, Valèria, Ana y Encarna y como sus vidas están entrelazadas con la realidad de València, ¿te permitiste muchas licencias respecto a la obra de teatro?
Hay varias, algunas responden al proceso de adaptación y de condensación de tramas y personajes, como la desaparición de la trama de la búsqueda del padre de Valèria o algunos personajes o tramas que desaparecen o se aglutinan en uno. Y luego hay otras que en ese proceso también suponen mi propia labranza en el terreno tan fértil que proponía la obra, siempre respetando la esencia y el fondo de aquella. Por ejemplo, Encarna ya no se suicida, y todo el tema de las cintas tampoco estaba.
La obra tampoco apostaba por juntarlas al final, y ahí se me reveló esa escena del Babalà, y la contratación por parte de Encarna de ‘No Limit’, como una manera de que el destino las volviese a unir. Tampoco los abusos del jefe de recursos humanos tocaban al personaje de Ana, y en la película sirven como punto de inflexión para el personaje y como punto de redención de Encarna con ella. El proceso de adaptación está plagado de revelaciones. La esencia de la obra de teatro y el mensaje está ahí, pero quería un final que dejase un poso vigorizante y un tono que respondiese al carácter valenciano sin reservas.
“Mucha de la comedia que hay en la película nace de la incomodidad que produce ver personajes que tienen conductas y dinámicas que en algunos casos están superadas por el espectador, pero son normales en la ficción, como el machismo o la misoginia”
– Jordi Núñez
En Valenciana se muestra el machismo de los 90, el autoritarismo, la telebasura, las drogas; pero también hay un tono berlanguiano en algunos personajes alucinados como Ricardo Zamora, ¿fue difícil mezclar la comedia y a esos personajes con el drama que subyace en una gran parte de la trama?
Esa mezcla es de tonos es muy valenciana. Mucha de la comedia que hay en la película nace de la incomodidad que produce ver personajes que tienen conductas y dinámicas que en algunos casos están superadas por el espectador, pero son normales en la ficción, como el machismo o la misoginia. También nace humor de observar las contradicciones de los personajes. El humor perite espacio para el disfrute y la reflexión al mismo tiempo.
Uno de los ejes de la trama es lo que envuelve al Caso Alcasser, no al asesinato, sino a la telebasura, el morbo… creo que es la película que mejor lo muestra y con más respeto por el caso, ¿fue complicado mostrar esa realidad sin caer en el morbo?
Hubo mucha sensación de responsabilidad desde el principio. Al adaptar la obra, reduje la trama al punto en que se convirtiese en una alegoría de las tres protagonistas y sus viajes, y jugase el papel justo en el viaje de Ana. No queríamos entrar en los pormenores del crimen ni el morbo sino en distintas formas de afrontar el duelo y en la parte pública del caso, aquella que nos pertenece como sociedad por el trauma que ha supuesto.
En Valenciana la música está muy presente; por una parte tenemos a Nino Bravo con la canción Mi Tierra y por el otro a la banda de dance inventada No Limit, me ha parecido que incluso desde estos dos diferentes estilos musicales se puede entender València, ¿crees que estos dos estilos marcan el carácter valenciano? ¿o al menos su historia?
Son dos manifestaciones de lo mismo. València es épica, es tragedia, es emoción a flor de piel, y a la vez es fiesta y es comedia y sainete de humor desaforado. València es una colisión constante de todo eso.